09 marzo, 2008

José Adolph en el recuerdo

Fuente: puenteaéreo
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La desaparición de José Adolph es motivo para que Carlos Batalla, en el suplemento El Dominical, rinda un merecido tributo a "uno de los escritores más heterogéneos de nuestra narrativa"
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Dice el artículo: José B. Adolph tuvo siempre la sana costumbre de no tomarse en serio. Lo dijo en muchas entrevistas, pues intuía que lo que importaba eran sus 15 o más libros, no él. Pero la verdad es que se equivocaba. Fue ante todo un narrador nato. De esos que no puedes dejar solo sin que, al poco tiempo, te reciba con un manuscrito recientemente escrito, en donde dejaba traslucir sus viejas manías, los nombres de recurrentes calles, o donde la realidad se convertía en un pretexto para la fabulación, la imaginación desbordante y la reflexión más profunda. Porque su literatura tenía todo ello, y sus historias se fueron convirtiendo en libros que surgían irreverentes, impetuosos e inesperados.
Que los escritores dejen huellas en sus lectores es una verdad de perogrullo; en el caso de Adolph no solo se cumple esta norma con creces sino que se amplía, puesto que su huella se prolonga a toda la literatura peruana de una manera peculiar. Lo peculiar radica en su aporte a un género casi olvidado o negado en la tradición literaria nacional: el de la ciencia-ficción.
En el Perú pocos son los escritores que se han atrevido a ser (digo ser, no parecer) anticonvencionales. Quizás la verdadera vocación literaria esté en ese grupo de "rebeldes con causa", en aquellos que han recorrido varios puentes culturales para vivir nuevas sensaciones, examinar nuevas miradas y vivir mundos posibles. Políticamente incorrectos o disidentes, los escritores como Adolph no tienen otra salida. En el Perú pocos son los escritores que se han atrevido a ser (digo ser, no parecer) anticonvencionales. Quizás la verdadera vocación literaria esté en ese grupo de "rebeldes con causa", en aquellos que han recorrido varios puentes culturales para vivir nuevas sensaciones, examinar nuevas miradas y vivir mundos posibles. Políticamente incorrectos o disidentes, los escritores como Adolph no tienen otra salida.
Aclaremos un punto: Adolph no escribió todo el tiempo en clave de ciencia-ficción. Su registro es, más bien, variado, heterogéneo; pero lo más vital de su obra sí puede ser considerada dentro de esas páginas dedicadas a la reconstrucción de mundos probables, con vuelos imaginarios que no hacen sino proyectar sutilmente miedos colectivos, de alcance universal.
Hay algo que debemos reconocer en la mayoría de los cultores del género de ciencia-ficción: privilegian los contenidos frente a la forma; perciben con más cuidado la construcción del mundo representado y menos los detalles de la forma, del estilo. En ese sentido, Adolph nunca dejó de ser un autor de ciencia-ficción atípico, pues no dejó de apreciar el cuidado de la prosa. Fue un autor con simpatías por el género, pero no un mariscal del culto. Siempre se sintió libre de entrar y salir de esos parámetros.
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CAMINO HACIA LO INCOGNOSCIBLE
Su primer libro, El retorno de Aladino (1968) contiene diez relatos de cuidada prosa, en la que el mundo abordado es una ciudad real, Lima, pero marcada por la nostalgia y la bruma de las propias imágenes que se van hilvanando en la memoria del autor. Su estilo no deja entrever aún claramente ese rasgo crítico y mordaz que abundaría en sus libros posteriores, pero sí deja sentir su calidad poética.

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