29 diciembre, 2010

"Ruta de Macondo"


Hoy se inaugura, por tierra y desde Santa Marta, en el norte de Colombia, la "Ruta de Macondo" que llevará turistas desde esta ciudad a Aracataca, la patria chica del premio Nobel de Literatura de 1982, Gabriel García Márquez, informaron fuentes oficiales. Dice la nota:

Autobuses climatizados y "chivas" -autobuses típicos en los que se puede beber y bailar- recorrerán los 70 kilómetros de una carretera que mira, de un lado, una inmensa mole de montañas, la Sierra Nevada de Santa Marta, y por el otro, el mar Caribe. "Es como un viaje hacia el pasado para llegar a Macondo, reconocer los diferentes rincones del municipio de Aracataca, llegar a la estación", declaró la gerente de la Oficina de Proyectos del Departamento del Magdalena, del que Santa Marta es capital, Sandra Rubiano Layton.
El recorrido, explicó la funcionaria, "consiste en un viaje al pasado, pleno de cultura, donde los turistas pueden llegar a la Gran Estación, El Camellón de Los Almendros, la Biblioteca Remedios La Bella, la Casa del Telegrafista y finalmente, llegar a la Casa de 'Gabo', donde se pueden palpar las semblanzas del pasado, la descomunal historia del Nobel y su vida singular". En la ruta inaugural del tour a la tierra del autor de "Cien años de soledad" participarán los operadores turísticos, hoteleros y personal de agencias de viaje.
El propio García Márquez rememoraba en un viaje a Aracataca cuando acompañó a su madre a vender la casa, que, una vez se puso en marcha la máquina de hierro y los vagones del tren que los llevaba, "a lado y lado de la vía férrea se extendían las avenidas simétricas e interminables de las plantaciones, por donde andaban las carretas de bueyes cargadas de racimos verdes". Proseguía García Márquez en 'Vivir para contarla', su autobiografía, que en la ruta "cada río tenía su pueblo y su puente de hierro por donde el tren pasaba dando alaridos, y las muchachas que se bañaban en las aguas heladas saltaban como sábalos a su paso para turbar a los viajeros con sus tetas fugaces". El plan con transporte incluye un recorrido cultural por los municipios de la Zona Bananera y Aracataca y paseos en bicicletas taxi para conocer Macondo, sus calles y los lugares de la infancia del mas importante escritor colombiano y el espacio físico de buena parte de su obra.
Por otra parte, el gerente de la Corporación Tayorona, de turismo regional, Pedro Bonilla Barreto, aspira a que la apertura al público de la "Ruta de Macondo" alcance a los turistas internacionales de los cruceros que atracan en Santa Marta. "Tenemos la gran responsabilidad de preparar ese epicentro de Macondo, en lo que tiene que ver con el recurso humano y esas instalaciones, para ver cuál es la oferta de este paquete turístico", declaró el funcionario.
Hace casi cuatro años, cuando Gabo cumplió 80 años, se anunció la apertura de una ruta por vía férrea, la de un "tren amarillo", también desde Santa Marta, pero el proyecto no cristalizó. El Gobierno colombiano remodeló la casa natal de García Márquez en Aratacaca, y la convirtió en un museo, que se convertirá en uno de los principales atractivos de la nueva "Ruta de Macondo".

07 diciembre, 2010

Discurso de Mario Vargas Llosa

Hoy Mario Vargas Llosa dio uno de sus discursos más emotivos y llenos de verdades. Habló de su infancia, de literatura, de política, de Patricia, su esposa. Sobre todo este último tema lo llevó casi a las lágrimas. Otro tema que me conmovió por sus explicaciones acertadas fue el tópico Perú. Su ya mentado "yo soy el Perú" esta mañana se vio refrendado con una serie de explicaciones muy bien fundamentadas. Aquí unos fragmentos de su discurso "Elogio de la lectura y la ficción":


Aprendí a leer a los cinco años, en la clase del hermano Justiniano, en el Colegio de la Salle, en Cochabamba (Bolivia). Es la cosa más importante que me ha pasado en la vida. Casi setenta años después recuerdo con nitidez cómo esa magia, traducir las palabras de los libros en imágenes, enriqueció mi vida, rompiendo las barreras del tiempo y del espacio y permitiéndome viajar con el capitán Nemo veinte mil leguas de viaje submarino, luchar junto a d’Artagnan, Athos, Portos y Aramís contra las intrigas que amenazan a la Reina en los tiempos del sinuoso Richelieu, o arrastrarme por las entrañas de París, convertido en Jean Valjean, con el cuerpo inerte de Marius a cuestas.

La lectura convertía el sueño en vida y la vida en sueño y ponía al alcance del pedacito de hombre que era yo el universo de la literatura. Mi madre me contó que las primeras cosas que escribí fueron continuaciones de las historias que leía pues me apenaba que se terminaran o quería enmendarles el final. Y acaso sea eso lo que me he pasado la vida haciendo sin saberlo: prolongando en el tiempo, mientras crecía, maduraba y envejecía, las historias que llenaron mi infancia de exaltación y de aventuras.

Sobre el Perú dice:

Al Perú yo lo llevo en las entrañas porque en él nací, crecí, me formé, y viví aquellas experiencias de niñez y juventud que modelaron mi personalidad, fraguaron mi vocación, y porque allí amé, odié, gocé, sufrí y soñé. Lo que en él ocurre me afecta más, me conmueve y exaspera más que lo que sucede en otras partes. No lo he buscado ni me lo he impuesto, simplemente es así. Algunos compatriotas me acusaron de traidor y estuve a punto de perder la ciudadanía cuando, durante la última dictadura, pedí a los gobiernos democráticos del mundo que penalizaran al régimen con sanciones diplomáticas y económicas, como lo he hecho siempre con todas las dictaduras, de cualquier índole (...) Un compatriota mío, José María Arguedas, llamó al Perú el país de “todas las sangres”. No creo que haya fórmula que lo defina mejor. Eso somos y eso llevamos dentro todos los peruanos, nos guste o no: una suma de tradiciones, razas, creencias y culturas procedentes de los cuatro puntos cardinales. A mí me enorgullece sentirme heredero de las culturas prehispánicas que fabricaron los tejidos y mantos de plumas de Nazca y Paracas y los ceramios mochicas o incas que se exhiben en los mejores museos del mundo, de los constructores de Machu Picchu, el Gran Chimú, Chan Chan, Kuelap, Sipán, las huacas de La Bruja y del Sol y de la Luna, y de los españoles que, con sus alforjas, espadas y caballos, trajeron al Perú a Grecia, Roma, la tradición judeocristiana, el Renacimiento, Cervantes, Quevedo y Góngora, y la lengua recia de Castilla que los Andes dulcificaron. Y de que con España llegara también el África con su reciedumbre, su música y su efervescente imaginación a enriquecer la heterogeneidad peruana. Si escarbamos un poco descubrimos que el Perú, como el Aleph de Borges, es en pequeño formato el mundo entero. ¡Qué extraordinario privilegio el de un país que no tiene una identidad porque las tiene todas!

Sobre Patricia, su esposa:

El Perú es Patricia, la prima de naricita respingada y carácter indomable con la que tuve la fortuna de casarme hace 45 años y que todavía soporta las manías, neurosis y rabietas que me ayudan a escribir. Sin ella mi vida se hubiera disuelto hace tiempo en un torbellino caótico y no hubieran nacido Álvaro, Gonzalo, Morgana ni los seis nietos que nos prolongan y alegran la existencia. Ella hace todo y todo lo hace bien. Resuelve los problemas, administra la economía, pone orden en el caos, mantiene a raya a los periodistas y a los intrusos, defiende mi tiempo, decide las citas y los viajes, hace y deshace las maletas, y es tan generosa que, hasta cuando cree que me riñe, me hace el mejor de los elogios: “Mario, para lo único que tú sirves es para escribir”.

Finalmente, sobre literatura:

Aunque me cuesta mucho trabajo y me hace sudar la gota gorda, y, como todo escritor, siento a veces la amenaza de la parálisis, de la sequía de la imaginación, nada me ha hecho gozar en la vida tanto como pasarme los meses y los años construyendo una historia, desde su incierto despuntar, esa imagen que la memoria almacenó de alguna experiencia vivida, que se volvió un desasosiego, un entusiasmo, un fantaseo que germinó luego en un proyecto y en la decisión de intentar convertir esa niebla agitada de fantasmas en una historia. “Escribir es una manera de vivir”, dijo Flaubert. Sí, muy cierto, una manera de vivir con ilusión y alegría y un fuego chisporroteante en la cabeza, peleando con las palabras díscolas hasta amaestrarlas, explorando el ancho mundo como un cazador en pos de presas codiciables para alimentar la ficción en ciernes y aplacar ese apetito voraz de toda historia que al crecer quisiera tragarse todas las historias. Llegar a sentir el vértigo al que nos conduce una novela en gestación, cuando toma forma y parece empezar a vivir por cuenta propia, con personajes que se mueven, actúan, piensan, sienten y exigen respeto y consideración, a los que ya no es posible imponer arbitrariamente una conducta, ni privarlos de su libre albedrío sin matarlos, sin que la historia pierda poder de persuasión, es una experiencia que me sigue hechizando como la primera vez, tan plena y vertiginosa como hacer el amor con la mujer amada días, semanas y meses, sin cesar.

Actualización:

-Razones para un Nobel

-Vargas Llosa inaugura una exposición-homenaje en el Cervantes de Estocolmo