31 marzo, 2008

Controversia por salvar a "Laura"

Vladimor Nabokov
Fuente: revistaÑ


Dmitri Nabokov, hijo y heredero del autor de Lolita se ve en el dilema de acatar o no, los deseos de su padre, pues "las pocas personas que han visto el manuscrito lo describen como una obra técnicamente brillante, pero la cuestión es si Dmitri cumplirá el deseo testamentario de su padre de que se destruyese el manuscrito."

Dice la nota: [EFE] Salvar o destruir - como quiso el autor - la última e inconclusa novela de Vladimir Nabokov (1899-1977), es el dilema que divide actualmente a los numerosos admiradores de la obra del autor de "Lolita".
Es una cuestión que tendrá que resolver - si no la ha resuelto ya- su hijo y heredero Dmitri, el único que tiene la llave del depósito del banco suizo donde se guarda el original de "Laura".
Las pocas personas que han visto el manuscrito lo describen como una obra técnicamente brillante, pero la cuestión es si Dmitri cumplirá el deseo testamentario de su padre de que se destruyese el manuscrito.
Según éste, "Laura habría sido la novela más brillante de mi padre, la destilación más concentrada de su creatividad, pero cuya publicación en estado incompleto él prohibió expresamente".
Preguntado por el diario "The Times" por qué el propio autor no destruyó el manuscrito, Dmitri responde: "Tenía prisa por seguir su inspiración, y no sabía cuántos días le quedaban de vida. De haberlo sabido, tal vez habría actuado antes de morir".
Dmitri agrega en sus respuestas enviadas por correo electrónico al periódico británico que su padre "dejó perfectamente claro que no deseaba que algún libro inconcluso perturbara su memoria".
El hijo de Nabokov, que se refiere a su "deber filial" en relación con la posible destrucción del libro, dice, sin embargo, que es exagerado afirmar que se enfrenta a un conflicto como el del príncipe Hamlet.
"Es más bien una especie de zumbido interrogatorio que de vez en cuando emerge a la superficie de mi conciencia, pero tengo muchas otras cosas en que pensar", explica Dmitri.
Preguntado cómo destruirá Dmitri el original, incinerándolo, rompiendo sus páginas, aquél responde enigmáticamente : "Tal vez lo haya hecho y prefiero no revelar el método".
Un primo carnal de Dmitri, Ivan Nabokov, que estudió con él en la Universidad de Harvard y trabaja ahora como editor en Francia, dijo a "The Times" que hace tiempo que no habla con su pariente de ese asunto y que creía que la cuestión había quedado ya resuelta.
Según ese primo, "Laura es un fragmento, inconcluso e inédito y en mi opinión debería destruirse. No creo que su publicación le hiciese un favor" a Vladimir Nabokov.
Según Ivan Nabokov, los expertos universitarios que abogan por su publicación son como parásitos egoístas: "(Nabokov) no quiso que se publicara. Su filosofía estética es que una obra de arte es algo que hay que bruñir y perfeccionar".
Brian Boyd, el más respetado biógrafo de Nabokov, a quien la esposa del escritor, Vera, fallecida en 1991, mostró algunos fragmentos de "Laura" hace muchos años en un hotel suizo, aconsejó en su día tanto a ésa como a su hijo que no la publicaran, pero mientras tanto ha cambiado de opinión.
"He vuelto a leer (la novela) en mejores circunstancias y creo que es fascinante, explicó Boyd a "The Times". Ha quedado en estado muy fragmentario (...) Logra cosas muy brillantes con la prosa (...) Es una proeza técnica, como las últimas obras de Shakespeare en las que utiliza su técnica de forma muy, muy concentrada".
El texto es "tan grotesco de alguna forma y tan poco apetitoso, aunque de modo muy distinto, como "Lolita". Es un tipo de escritura que provoca admiración y temor reverente, pero con la que cuesta identificarse", agregó.
Según "The Times", Laura tiene como protagonista a Philip Wild, que está casado con Flora, una mujer sexualmente muy promiscua, y su tema, recurrente en la obra de Nabokov, es la muerte y lo que hay detrás.
En la novela, Wild consigue desaparecer mediante un proceso de meditación profunda. El libro comienza con una fiesta y siguen cuatro escenas continuas después de las cuales la obra se torna fragmentaria.
Quienes se muestran contrarios a su destrucción recuerdan los casos de Virgilio, que pidió antes de morir que quemaran su Eneida, solicitud que no quiso atender el emperador Augusto, o de Franz Kafka, que expresó el mismo deseo, afortunadamente no cumplido por su amigo Max Brod.
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Más:

"Un novelista que escribe teatro tiene que aprender la humildad"

Fuente: zonadenoticias

Luego del tan esperado estreno, Mario Vargas LLosa comenta estar satisfecho con Al pie del Támesis. Además confiesa que en "la novela uno es dueño y señor de lo que hace" mientras que el texto teatral se convierte en "un guión, un punto de partida" que es enriquecido en el proceso por el director, los actores, los técnicos. Sólo espero la noche para ir a verla.

Dice la nota: [EFE] El escritor peruano Mario Vargas Llosa dijo tras el estreno mundial de su obra "Al pié del Támesis" en Lima, que los novelistas que escriben teatro aprendan a ser humildes al ver que su trabajo es enriquecido en la puesta en escena.
Mientras que en "la novela uno es dueño y señor de lo que hace", en texto teatral se convierte en "un guión, un punto de partida" que es enriquecido en el proceso por el director, los actores, los técnicos, explicó Vargas Llosa a periodistas.
Matizó que a pesar de que el dramaturgo tiene "una idea clara" de su historia, las caras de los personajes "son nebulosas" y los movimientos escénicos son definidos principalmente por el director y a iniciativa de los actores.
En ese sentido, una obra de teatro "se convierte en un espectáculo más rico, más pleno que el puro texto, por eso un novelista que escribe teatro tiene que aprender la humildad" afirmó.
"Entonces (la dramaturgia) es un trabajo más humilde, pero desde luego muy apasionante", puntualizó tras señalar que el teatro es su primer amor. “Es lo que primero empecé a escribir. Creo que a raíz de un espectáculo que vi en Lima cuando era muy joven”.

Rumbo a España

El escritor de 72 años se mostró "muy satisfecho" por la "magnífica" puesta en escena de "Al pié del Támesis" y confió en que ésta pueda ser llevada a España con el mismo elenco.
Dirigida por el reconocido director peruano Luis Peirano, la obra se desarrolla en el hotel Savoy de Londres, donde el Chispas, un exitoso hombre de negocios encarnado por Alberto Isola, y una antigua amiga Raquelita, en la piel de Bertha Pancorvo, se reencuentran después de 35 años.
Ese encuentro entre los dos peruanos supondrá para el Chispas, en palabras de Isola, "un viaje hacia su propio pasado, y hacia el vacío (...) en un encuentro con muchos fantasmas, precisamente en la fantasmagórica Londres".
A Vargas Llosa, con seis obras de teatro en su haber, le pareció "sorprendente" la reacción del público porque "se ríe en momentos" que a él le parecían dramáticos, y luego se conmovían en otros que los consideraba ligeros.
También destacó que "por primera vez" ha podido seguir todo el trabajo de creación del espectáculo, desde la primera lectura de los actores, pasando por los ensayos, lo que permitió "perfeccionar" aún más su trabajo.
"Al pie del Támesis" es la sexta obra escrita por el eterno candidato al Nobel de literatura, un libreto que nació a partir de una conversación con el fallecido escritor cubano Guillermo Cabrera Infante, y que ha sido una de las piezas que más tiempo le ha costado escribir.

Bibliografía (teatro)

- La señorita Tacna
- Kathie y el hipopótamo
- La chunga
- El loco de los balcones
- Ojos bonitos, cuadros feos
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Más:

28 marzo, 2008

Al pie del támesis (video)

Ayer El Comercio colgó en su página web un video sobre Al pie del Támesis, esperada obra de Mario Vargas LLosa. Continuando con la información que ya hemos ido publicando, aquí les dejo con las declaraciones de los actores, del director y algunas escenas de la puesta.



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Los retratos de Van Gogh

Pintor holandés y figura destacada del Postimpresionismo. Los dejo apreciando este video con morphing de sus retratos.

Más:

- A Tribute to Vincent Van Gogh

- Artistic Appreciation: Vincent Van Gogh

Ampliación de convocatoria


Los organizadores del concurso de cuento "2008 palabras" han decidido ampliar la fecha límite de recepción de materiales, que cerraba hoy, hasta el 20 de abril debido a la solicitud de muchas.

26 marzo, 2008

Vargas Llosa y la biblioteca de Borges

La sección cultural de La República infama que durante su reciente visita a Buenos Aires, Mario Vargas Llosa ha sido distinguido como "visitante ilustre" en la biblioteca Miguel Cané, donde Jorge Luis Borges trabajó durante cerca de diez años.
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Dice la nota: [Buenos Aires. Agencias.] Las agencias de cable reportan que el escritor peruano Mario Vargas Llosa recibió ayer el título de "visitante ilustre" de Buenos Aires. La distinción al autor de La guerra del fin del mundo se realizó en la porteña biblioteca Miguel Cané en el barrio porteño de Boedo. Esta biblioteca es propiamente una suerte de altar en la historia de la literatura latinoamericana contemporánea, pues allí, durante nueve años, trabajó nada menos que Jorge Luis Borges.
La agencia EFE refiere que durante la ceremonia de distinción, Mario Vargas Llosa recordó al célebre autor de Ficciones a quien conoció personalmente en París durante una entrevista. El escritor peruano, comenta EFE, quiso visitar la pequeña oficina en la que Jorge Luis Borges trabajó como empleado auxiliar de biblioteca entre 1937 y 1946.
"Borges enriqueció a Buenos Aires y no me equivoco al decir que creó un Buenos Aires paralelo que buscan los lectores extranjeros cuando llegan para visitarla. En este lugar, él pasó nueve años fantaseando, leyendo, escribiendo, y esto me emociona mucho", destacó Vargas Llosa durante la entrevista con la agencia española .
El autor de obras como La casa verde y La tía Julia y el escribidor, dijo sentir una "particular gratitud" por Buenos Aires, donde afirmó ser "muy bien recibido".
Por su parte, el ministro de Cultura del Gobierno Autónomo (alcaldía) de Buenos Aires, Hernán Lombardi, señaló que la ciudad quería "agasajar de manera sencilla" al escritor peruano, ya que los "porteños" sienten por él "gran admiración y respeto" y es una visita que les "honra".
Vargas Llosa, según la agencia bonaerense ADN agradeció: "Quiero destacar especialmente el simbolismo de que se realice en esta biblioteca Miguel Cané, que fue prestigiada por los nueve años que pasó aquí Borges, a quien descubrí muy joven. Es un escritor que está arraigado a la cultura contemporánea y representa un caso extraordinario, ya que su obra trasciende las fronteras. Sin lugar a dudas, es un maestro de generaciones de escritores", dijo Vargas Llosa al recibir el galardón.
En la ceremonia de distinción estuvieron presentes, señala ADN, los embajadores de Perú y de España, Judith de la Mata Fernández de Puente y Rafael Estrella; el jefe de Gabinete, Horacio Rodríguez Larreta, y el ministro de Cultura, Hernán Lombardi.
CAPITAL LITERARIA
Vargas Llosa definió a la capital argentina como "la ciudad más literaria del mundo, tal vez junto a París".
"Sus bibliotecas y sus librerías hablan por sí solas", añadió.
Comentó que otra de las particularidades de la ciudad son sus cafés literarios, y precisamente se trasladó al Café Margot tras acabar el acto, donde compartió un desayuno y una charla de actualidad con la comitiva que lo acompañaba.
DATOS
París y el maestro. Mario Vargas Llosa conoció a Jorge Luis Borges en París, durante una entrevista en 1963. El escritor peruano tenía 27 años.
Retorno. El escritor volverá a Lima para el estreno de su obra teatral Al pie del Támesis, bajo la dirección de Luis Peirano.

90 y 20 años de Cortázar

Dice la nota: [La República] Argentina celebra el noventa aniversario de nacimiento del escritor Julio Cortázar con una exposición multimedia sobre su obra, difunde el diario argentino Página12 en su edición digital. También recuerda que hace 20 años (el 12 de febrero) murió el autor de Rayuela.
Se trata de la muestra itinerante "Presencias", que arrancó en Colombia. Son 1,300 metros cuadrados, concebidos como pasajes a los que el espectador, como corresponde a una muestra inspirada en Cortázar, debe acceder de manera azarosa más que lineal. La muestra incluye una rayuela dibujada en el suelo de la sala, exhibición de las primeras ediciones del autor, como Presencia, obra que no se ha vuelto a editar. Hay estaciones de audio en que se oye a la voz de Cortázar. En cuanto a imágenes hay dos opciones: cinco documentales sobre el autor o películas inspiradas en su narrativa. La agenda incluye la presentación de "La raíz del ombú", historieta inédita realizada en conjunto por Cortázar y Alberto Cedrón.
Más:

Verso versus poema por Abelardo Oquendo*

Más de un lector de poesía debe haberse propuesto alguna vez hacer una antología no de poemas sino de versos, convencido de su originalidad. Entre nosotros, hace quizá medio siglo, alguien anunció que tenía ese proyecto; no lo cumplió jamás. Se sabe de otros que colectivamente trataron de llevar adelante esa iniciativa a la manera de una encuesta, preguntando a lectores escogidos el verso o segmento de poema que ocupara lugar preferente en su memoria. Consta que recibieron respuestas pero no hubo publicación ninguna. Lástima.
Al parecer no existe antología semejante, pese a que diversas recopilaciones de poesía de la antigüedad consignan fragmentos de poemas perdidos cuyo esplendor debería haber sido más que suficiente para inducir a la realización de una idea como la que viene sirviéndonos de tema. Ojalá este parecer sea errado y haya quien lo desmienta. Entre tanto, si no la antología deseada hemos encontrado formulaciones que podrían servir como aportes teóricos para lo que hasta ahora no ha pasado de ser un castillo en el aire.
¿Dónde están esos aportes? En el lugar menos esperado: en un volumen que recoge los textos leídos por escritores de Perú y Ecuador en un encuentro habido en el Centro Cultural Garcilaso, del Ministerio de Relaciones Exteriores. En uno de ellos Mario Montalbetti, a partir de unos cuantos versos sueltos de poetas ecuatorianos, emprende una indagación acerca del sustento real que tiene –que no tiene- cualquier calificación geográfico–política de la poesía. Y al hablar de esos versos hace las lúcidas anotaciones sobre "verso versus poema" que nos han puesto memoriosos.
La prosa de Montalbetti suele penetrar el cúmulo de discursos académicamente correctos o bienpensantes que recubre ciertos temas y, así, descubrirlos, hacerlos ver bajo luces nuevas y estimulantes. En el texto referido hay valiosos apuntes para una poética, a la que confluyen las reflexiones del lingüista y del poeta. Si bien el de Montalbetti es el texto más notable del libro no es el único en él que supera los ingenios de ocasión y el palabrerío de compromiso con que los invitados a eventos similares salen del paso. Hay otras gratas sorpresas en este libro que se llama La palabra vecina y ha sido editado por el Fondo Editorial de la Universidad de San Marcos con apoyo de la Organización de Estados Iberoamericanos.

*La República. Inquisiciones. 25/03/08

25 marzo, 2008

Controversia por caso de Saint-Exupéry

Antoine de Saint-Exupéry.


Dice la nota: [La República] Horst Ripper, el piloto alemán que declaró haber abatido el avión pilotado por el autor de El principito, ha sido cuestionado en los últimos días, difunde el diario español ABC. Un ahijado de Antoine de Saint-Exupéry, un ex responsable del servicio histórico del Ejército del Aire francés, y las publicaciones Minute y Crítica, señalan las razones: No existe rastro de la acción de Rippert en el registro de acciones de los pilotos alemanes y tampoco impactos de bala en los restos del avión del escritor. Además señalan que Ripper ha mentido en varias ocasiones sobre su carrera militar.

24 marzo, 2008

Bombardero de César Gutiérrez

Hoy el Diario La República publica la entrevista realizada al joven escritor César Gutiérrez. A proposito de su libro Bombardero. La nota explica: "Su artefacto literario recrea la violencia tras los hechos de las torres gemelas de Nueva York." Por otra parte, Enrique Sánchez Hernani, en El Dominical, escribió al respecto de dicho libro: "Con absoluta seguridad Bombardero, el megatexto de César Gutiérrez, es el experimento narrativo posvanguardia más ambicioso de los últimos cincuenta años." Tendremos que revisar el libro, para dar fe de éstas afirmaciones. Mientras tanto, los dejo con la entrevista:

Dice la nota: A César Gutiérrez, como buen poeta, naturalmente le sobrevuelan ideas. Pero parece que también, desde el 11 de setiembre del 2001, derribamiento de las torres gemelas, le sobrevuelan aviones. Gutiérrez ha echado a volar un libro extraño, una suerte de novela o como él dice, "un artefacto" literario. El libro se titula Bombardero y él reúne los sueños más celestes y la realidad más negra de nuestro tiempo. Un libro extraño que es todo un juego formal que incluye tipografía, dibujos, fotografías, canciones, etc. Un texto cuya prosa a veces fluye lenta, tierna, y otras veces, rápida, violenta, como ocurren las cosas en la vida. Un libro narrativo claveteado de incisiones poéticas. Un libro raro, negro, que ilumina desde adentro.
Pero Bombardero va más allá de la anécdota del 11 de setiembre. En un horizonte de horror, cuenta también una historia de amor con Rachel, la amada
−¿Intentas recrear la violencia que vivimos en nuestro tiempo?
−Digamos que el pretexto fue el 11 de setiembre, pretexto para elaborar una historia de amor y de guerra que es, desde mi punto de vista, sobre todo de guerra. Sí, de guerra porque es de lo único que podemos hablar ahora, por lo menos yo. Vivimos en una de las épocas más aterradoras de la historia de la humanidad, gobernados básicamente por sicarios, y supongo que la tarea del arte es capturar ese momento histórico. Como ves, va más allá de la anécdota del 11 de setiembre.
−¿El ensamblaje de tu lenguaje ha querido volar también la escritura tradicional?
−Supongo que sí. Supongo que esa es una tarea permanente. Yo había escrito un vómito negro de 2000 páginas y para escribir viajé a Nueva York, quise que el lenguaje tenga la tensión de la ciudad, el ruido, los diálogos. Siempre estuve grabando conversaciones.
−Escribes "Dios es una máquina". ¿Se acabó la pureza, el amor, la fe, la felicidad?
−Se acabó eso hace mucho tiempo, ¿no? Hace mucho tiempo que Dios ha muerto. Mira, este libro tiene influencia de la electrónica y por eso también es un libro contra las patrias, contra las deidades, es agresivamente ácrata porque así soy yo. No creo en muchas cosas y supongo que mi condición de apátrida me viene de mi onda rockera, punk y que se muestra en mi escritura.

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Céline por Vargas Llosa


El Diario El Comerico en su sección principal publicó ayer El último maldito, artículo de MVLL sobre Louis-Ferdinand Céline. Vargas Llosa hace una semblanza acerca del escritor para algunos desconocidos, y para otros, recordado por sus inclinaciones nazis.

Dice el artículo: Curioso por el entusiasmo que despertó en Onetti, sobre el que escribo un ensayo, la primera novela de Céline, he vuelto a leer --¡después de casi medio siglo!-- al último escritor "maldito" que produjo Francia. Como escribió panfletos antisemitas y fue simpatizante de Hitler, muchos se resisten a reconocer el talento de Louis-Ferdinand Céline (1894-1961). Pero lo tuvo, y escribió dos obras maestras, "Viaje al final de la noche" (1932) y "Muerte a crédito" (1936) que significaron una verdadera revolución en la narrativa de su tiempo. Luego de estas dos novelas su obra posterior se desmoronó y nunca más despegó de esa pequeñez y mediocridad en que viven, medio asfixiados y al borde de la apoplejía histérica, todos sus personajes.
En aquellas dos primeras novelas lo que destaca es la ferocidad de una postura --la del verboso narrador-- que arremete contra todo y contra todos, cubriendo de vituperios y exabruptos a instituciones, personas, creencias, ideas, hasta esbozar una imagen de la sociedad y de la vida como un verdadero infierno de malvados, imbéciles, locos y oportunistas, en el que solo triunfan los peores canallas y donde todo está corrompido o por corromper. El mundo de estas dos novelas, narradas ambas en primera persona por un Ferdinand que parece ser el mismo (en "Muerte a crédito" cuenta su niñez y adolescencia hasta que se enrola en el Ejército y, en "El viaje al final de la noche", su experiencia de soldado en la Primera Guerra Mundial, sus aventuras en el África y en Estados Unidos y su madurez de médico en los suburbios de París), sería intolerable por su pesimismo y negrura, si no fuera por la fuerza cautivadora de un lenguaje virulento, pirotécnico y sabroso que recrea maravillosamente el argot popular y finge con éxito la oralidad, y por el humor truculento e incandescente que, de tanto en tanto, transforma la narración en pequeños aquelarres apocalípticos. Estas dos novelas de Céline, más que para ser leídas, parecen escritas para ser oídas, para entrar por los oídos de un lector al que los dichos, exclamaciones, improperios y metáforas del 'titi' parisien de los suburbios le sugieren todo el tiempo un gran espectáculo sonoro y visual a la par que literario. Qué oído fantástico tuvo Céline para detectar esa poesía secreta que escondía la jerga barriobajera enterrada bajo su soez vulgaridad y sacarla a la luz hecha literatura.
No hay un solo personaje entrañable en estas novelas, ni siquiera alguno que merezca solidaridad y compasión. Todos están marcados por el resentimiento, el egoísmo y alguna forma de estupidez y de vileza. Pero todos imantan al lector, que no puede apartar los ojos --los oídos-- de sus disparatadas y sórdidas peripecias, sobre todo cuando hablan. El menos repelente de todos ellos es, sin duda, el astronauta e inventor de "Muerte a crédito", Courtial des Pereires, --una versión gangsteril y diabólica del tierno Silvestre Paradox de Pío Baroja-- que luego de estafar a media Francia con sus delirantes invenciones y sus exhibiciones aerostáticas, termina descerrajándose un escopetazo en la boca que lo convierte en una masa gelatinosa que pringa las últimas cincuenta páginas de la novela y hasta a los lectores los ensucia de pestilentes detritus humanos. No creo haber leído jamás unas novelas que se sumerjan tanto y con semejante placer y regocijo en la mugre humana, en toda ella, desde las funciones orgánicas hasta los vericuetos más puercos de los bajos instintos.
Siempre se ha dicho que el Céline político solo apareció después de escribir sus dos primeras novelas, cuando su antisemitismo lo llevó a excretar "Bagatelles pour une masacre" y otros repugnantes panfletos de un racismo homicida. Pero la verdad es que, aunque, en términos estrictamente anecdóticos, estas novelas no desarrollen temas políticos, ambas constituyen una penetrante radiografía del contexto social en que el nazismo y el fascismo echaron raíces en Europa en los primeros años del siglo veinte. El mundo que Céline describió en sus novelas no es el de la burguesía próspera, ni el de la desfalleciente aristocracia, ni el de los sectores obreros de lo que, a partir de aquellos años, se llamaría el cinturón rojo de París. Es el de los pequeños burgueses pobres y empobrecidos de la periferia urbana, los artesanos a los que las nuevas industrias están dejando sin trabajo y empujando a convertirse en proletarios, los empleados y profesionales que han perdido sus puestos y clientes o viven en el pánico constante de perderlos, los jubilados a los que la inflación encoge sus pensiones y condena a la estrechez y al hambre. El sentimiento que prevalece en todos esos hogares modestos, donde los apuros económicos provocan una sordidez creciente, es la inseguridad. La sensación de que sus vidas avanzan hacia un abismo y que nada puede detener las fuerzas destructoras que los acosan. Y, como consecuencia, esa exasperación que posee a hombres y mujeres y los induce a buscar chivos expiatorios contra la condición precaria y miedosa en la que transcurre su existencia. Bajo las apariencias ordenadas de un mundo que guarda las formas, anidan toda clase de monstruos: maridos que se desquitan de sus fracasos golpeando a sus mujeres, empleados y policías coloniales que maltratan con brutalidad vertiginosa a los nativos, el odio al otro --sea forastero al barrio, o de distinta raza, lengua o religión-- el abuso de autoridad, y, en el ánimo de esos espíritus enfermos, en resumen, la secreta esperanza de que algo, alguien, venga por fin a poner orden y jerarquías a pistoletazos y carajos en este burdel degenerado en que se ha convertido la sociedad.
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23 marzo, 2008

Carta a mi mujer de Francisco Umbral


El Diario La República informa acerca de la publicación póstuma del libro de Francisco Umbral Carta a mi mujer. El libro está compuesto por dos cartas dirigidas a su esposa."Una muy larga, terminada en otoño de 1985, y la segunda, de apenas 23 páginas, concluida en julio de 1986."
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Dice la nota: Desde hace un cuarto de siglo es difícil concebir la llegada de la primavera madrileña sin un nuevo libro de Umbral. Y la cábala se ha cumplido nuevamente, con puntualidad y en busca de la admiración y comentarios que siempre deparan sus escritos. Con prólogo del poeta Peré Gimferrer, Carta a mi mujer (Ed. Planeta), Francisco Umbral cierra el ciclo de un fecundo trabajo literario con cerca de un centenar de títulos y millares de crónicas que le han valido la calificación de ser el mayor prosista del siglo XX en lengua castellana.
¿GÉNERO EPISTOLAR?
El género epistolar ya no existe, pero este libro está compuesto por dos cartas. Una muy larga, terminada en otoño de 1985, y la segunda, de apenas 23 páginas, concluida en julio de 1986. O sea, hace más de dos décadas y que por expreso deseo del autor fueron guardadas para su publicación después de su muerte.
Están dirigidas a María España, su compañera y esposa de toda la vida, con ese tono coloquial tan intenso y personal, desenfadado y provocador, que hace patente su estilo. No es la primera vez que un escritor se dirige exclusivamente a su consorte. Una muestra: Mujer de rojo sobre fondo gris del maestro Miguel Delibes, pero es la baza estilística lo que personaliza a Umbral, con acusada diferencia y el mayor respeto a los mayores.
DOS MUJERES Y UN NIÑO
Su madre muerta de tuberculosis muy tempranamente y su único hijo fallecido cuando era un niño, han sido los elementos más íntimos del mundo personal del autor. El hijo de Greta Garbo es una novela inspirada en esa estampa de amor y cera, belleza y exquisitez como pinta a su madre, y Mortal y rosa, seguramente la más famosa de Umbral está inspirada en la desaparición de su único vástago.
Y para cerrar esta trilogía personalísima, etérea, lírica y por lo tanto como exprimida del alma, falta la otra mujer que alumbró su juventud, su plenitud y su decantada madurez, su esposa.
Lo curioso es que en Carta a mi mujer nunca aparecen ni su hijo ni su madre, quien sabe por no robar la menor pizca de protagonismo a quien amó casi desde la niñez hasta la tumba, pese a que Umbral tenía fama, y la alentaba, de haber sido un don Juan empedernido.
MARIAMOR
Valiéndose de su viejo automóvil Citröen al que encuentra abandonado en una calle y quiere hacerlo reparar, Umbral nos adentra en su hogar, su casa de campo, sus jardines, sus gatos, sus costumbres y particularidades de creador, pero todo en torno a María España –que en la vida real así se llama su esposa y que ahora aparece, muchas veces, como "Mariamor"–, para deslumbrarnos de nuevo con su prosa exquisita, bordada por imágenes y figuras insólitas.
"Te forjé con palabras mías y de los otros, a partir de una cabeza perfecta, como de diosa menor, a partir de una piel oscura y pelo claro y tirante, a partir de una gracia bachiller y un ser, como eras, el stradivarius de las hermanas, porque tenías muchas hermanas, y en estos casos siempre hay una que es el violín aparte y mejor afinado" (p.37), describe a María España, en un ejemplo tomado al azar.

Naipaul: egoísta, inmaduro y cruel

Fuente: ElComercio

Así es descrito V. S. Naipaul en su biografía autorizada "The World Is What It Is" (El mundo es lo que es), libro de Patrick French. Su mujer "sufrió durante un cuarto de siglo atrapada en un triángulo amoroso, según el libro." Además de sufrir maltratos que pudieron acelerar su muerte.

Dice la nota: Londres [EFE] La otra imagen. Junto a su última esposa, la periodista paquistaní Nadira Khannum Alvi, cuando recibió el Premio Nobel en el 2001. Pocos, o nadie, sabían de sus crueldades.
El escritor británico V. S. Naipaul, premio Nobel de Literatura en 2001, es uno de los grandes novelistas de su generación, pero una biografía sobre el literato lo describe como emocionalmente inmaduro, egoísta y cruel con su mujer.
Algunos de los extractos del libro, escrito por Patrick French, fueron adelantados hoy por el diario The Daily Telegraph, que desde ayer sábado empezó a publicar el contenido de la biografía.
TRIÁNGULO AMOROSO
Sir Vidiathar Surajprasad Naipaul, más conocido como V. S. Naipaul, de origen triniteño y de 75 años, atormentó a su primera mujer durante cuatro décadas, visitaba prostitutas y mantuvo una amante durante veinticuatro años antes de dejarla para casarse con otra, según el libro The world is what it is (El mundo es lo que es).
La biografía, según adelantó ayer el periódico británico, contiene el reconocimiento del mismo escritor de que su actitud cruel hacia su mujer pudo haberle precipitado a la muerte.
Patricia Naipaul, que estuvo casada con el escritor durante 41 años desde 1955, sabía que su marido tenía una amante, Margaret Gooding, y sufrió durante un cuarto de siglo atrapada en un triángulo amoroso, según el libro.
De acuerdo con French, Patricia Naipaul se enteró de que su marido visitaba prostitutas de manera frecuente en 1994, después de haber sido sometida a una mastectomía, lo que pudo perjudicar su salud, puesto que falleció dos años después.
Naipaul, autor de libros como Guerrillas o A House for Mr Biswas, admite: "Creo que eso la consumió. Creo que tuvo todas las recaídas y todo después. Sufrió. Se podría decir que la maté. Se podría decir. Lo siento así de alguna manera".
French fue elegido por el escritor para trabajar en una biografía autorizada y tuvo acceso a todos los documentos de Naipaul, además de ser la primera persona que leyó los diarios privados de su mujer.
Esto llevó a French a concluir que se trató de un matrimonio sin amor, infeliz y en el que el escritor rebajaba a su mujer frecuentemente, incluso se negó a comprarle un anillo de bodas.
PREFERÍA A LA OTRA
Solía dejarla para viajar con Gooding, la amante anglo-argentina que conoció en 1972, añaden los extractos.
De acuerdo con la biografía, Naipaul le decía a su mujer que echaba de menos a Gooding, pero después afirmaba que la necesitaba para ayudarlo a trabajar en sus libros.
Los diarios personales de Patricia Naipaul revelan a una mujer incapaz de dejar a su marido, que con el tiempo se convirtió en su cocinera y la persona que lo cuidaba, agrega el texto.
French revela además que el autor empezó a visitar prostitutas tres años después de su boda y mientras vivía en Londres.
"En el verano de 1958, transformando la imaginación en realidad, empezó a tener relaciones sexuales con prostitutas. Podía encontrar sus números de teléfonos en periódicos locales y las visitaba por las tardes en secreto mientras Pat trabajaba como maestra de escuela", señala el biógrafo.

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El Teatron

Fuente: ElComercio

Dice la nota: ATENAS [EFE]. La capital de Grecia cuenta a partir de ahora con un teatro ultramoderno, el Teatron, un espacio multiusos equipado con los últimos avances en imagen y sonido que permitirá el desarrollo de las artes en el parque cultural "Mundo Heleno".
El sueño de Dimitris Efremoglu, director de la Fundación Mundo Heleno, cobra forma así siguiendo la idea de sus padres de difundir el helenismo, al cumplir este mes los diez años de la fundación del centro cultural Mundo Heleno en el corazón de la antigua Atenas, cuya construcción todavía no está terminada.
Con la inauguración del Teatron se ha dado un paso más en el reto de construir uno de los mayores parques culturales de Europa.

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19 marzo, 2008

Una locura razonable: Memorias de un crítico literario (Entrevista a José Miguel Oviedo por Sandro Chiri)



Sandro Chiri: Comencemos por los orígenes. ¿Cómo nació en usted el interés por la literatura? ¿En el hogar, en la escuela? ¿Reconoce a alguna persona en especial como orientadora de sus primeras lecturas?

José Miguel Oviedo: Mi interés por la literatura fue algo que ocurrió en la adolescencia, sin mayor o ningún estímulo de mi familia que no tenía nada que ver con el mundo de los libros. Sin embargo, no recuerdo por qué razón empecé a interesarme por las formas más populares de la literatura a las que en ese momento podía tener acceso. Me refiero a la literatura policial, la literatura de misterio o la literatura de aventuras. Entonces, así fui descubriendo a algunos autores que a mí me parecían remotísimos y que me fascinaban por la creación de ciertos personajes y ambientes. Luego salté, de un modo que no puedo recordar plenamente, a la literatura más seria, y creo que a mí me sirvió de mucho la lindísima colección que se editaba en Buenos Aires, la Biblioteca Clásica y Contemporánea de Losada que tenía desde los 20 poemas de amor de Neruda al teatro de García Lorca. En esa serie, Losada publicó a un poeta bengalí, autor también de obras teatrales, que ahora muy pocos leen, y que ganó el Premio Nobel de Literatura en 1913, me refiero a Rabindranath Tagore. Desde Puerto Rico, la esposa de Juan Ramón Jiménez, Zenobia Camprubí Aymar había traducido los poemas de Tagore para la editorial Losada. En esa colección también descubrí a un escritor que por el nombre parecía alemán, me refiero a Franz Kafka. La lectura de La metamorfosis fue para mí reveladora. Su lectura me produjo un verdadero shock, una conmoción muy intensa, acaso también porque el texto iba acompañado de una nota de presentación firmada por Jorge Luis Borges, a quien no había leído antes.

En este proceso de aprendizaje, ¿hubo algunos compañeros generacionales?

Efectivamente, al comienzo de este camino en el mundo de la literatura, a trancas y a barrancas, tuve la compañía y el estímulo maravilloso de un grupo de amigos que teníamos cierta afinidad y muchas discrepancias. Con ellos nos veíamos con frecuencia. Abelardo Oquendo, Luis Loayza (el borgeano de la Av. Petit Thouars) y Mario Vargas Llosa eran los integrantes del pequeño grupo de amigos con quienes compartía lecturas. La presencia de Mario era poco frecuente porque su vida, por entonces, era algo complicada ya que tenía muchos trabajos simultáneos y lo veíamos menos; a pesar de ello compartíamos muchas cosas con él. Entonces descubrí a autores nuevos, comencé a devorar a Borges, descubrimos a Cortázar, a Arreola, los ensayos de Alfonso Reyes y textos de muchos autores extranjeros. El gran orientador del grupo era Luis Loayza, quien frecuentaba lo mejor de la literatura anglosajona. Así fueron mis comienzos.

Por lo visto, todos eran muy jóvenes, pero ¿qué otras personas estaban cerca a ustedes?

Muy poco después me hice amigo de la persona que fue capital en mi formación intelectual juvenil; él era diez años mayor que yo, pero fuimos amigos absolutamente íntimos, nos veíamos prácticamente todos los días. Me refiero a Sebastián Salazar Bondy, con quien compartí aventuras periodísticas en La Prensa, primero, y de donde salió por escribir unos artículos en defensa del padre Fevre, que pareció, a la gente del periódico, demasiado de izquierda. Luego, Sebastián pasó a El Comercio, donde yo también trabajé y pude compartir con él muchas horas, semanas, meses. Cuando Sebastián se casó con Irma Lostanau, pasó a vivir a cuadra y media de mi casa. Él fue decisivo. Creo que nosotros conectamos, a pesar de las diferencias de edad, de criterio, de gustos, de experiencias y mil razones, conectamos, digo, por la pasión que ambos teníamos por el teatro; razón por la cual yo fui crítico teatral, bastante feroz, según me dicen. Con Sebastián íbamos al teatro, luego comentábamos las obras y nos reuníamos en el «Café Viena» que estaba en el jirón Ocoña. Había una vida ligeramente bohemia de la cual participaba alguna gente. Compartíamos muchas cosas porque ambos éramos teatreros; en cambio, el resto de amigos lo era muy poco. Nosotros teníamos una profunda devoción por el teatro. Además, te digo una cosa: yo conocí por primera vez a Sebastián Salazar Bondy de un modo muy curioso. Yo ya lo había visto en la calle, más precisamente en mi barrio, lo había visto en mi cuadra. Yo vivía aquí y él vivía a la vuelta, en el barrio de Santa Beatriz, que era una especie de pequeño y silvestre Montparnasse porque ahí vivieron Blanca Varela, Fernando de Szyszlo, Enrique Pinilla, Jorge Eduardo Eielson, Carlos Germán Belli y creo que Javier Sologuren. Estamos hablando del barrio que está a la altura de la cuadra 10 de la avenida Arequipa. Así que en esa área había mucha gente ligada al arte y yo no los conocía aún, no sabía que existían. Yo era un poco más joven que todos los nombrados, pero —como te vengo contando— reconocía a Sebastián en la calle porque su cara era muy conocida. Su foto aparecía con frecuencia en todas las revistas y periódicos de la época. Por supuesto que yo no me atrevía a abordarlo. Lo veía pasar, tomábamos a veces el mismo colectivo hacia Miraflores, pero nunca me atreví a acercarme a él. Sin embargo, ocurrió que el Club de Teatro de Lima, que fundó un grupo de actores y directores argentinos afincados en el Perú y a cuya cabeza estaba Reynaldo D'Amore, organizó un concurso de obras dramáticas. No está demás recordar que dicho club tenía un buen repertorio teatral que incluía obras experimentales. A este grupo se le ocurrió organizar un concurso de autores nacionales y que yo lo gané con una obra que nadie recuerda, para mi suerte, que era una imitación de las obras poéticas que en esa época yo leía como las de Paul Claudel y Thomas Stearns Eliot.

¿Y cómo se llamaba la obra?

Se llamaba Pruvonena. Es un nombre curioso y algo feo, pero era el seudónimo en clave de José de la Riva Agüero, el primer presidente del Perú, que usó ese nombre cuando era uno de los líderes de la Emancipación perseguido por los españoles. Dicho termino significaba «un peruano». Yo lo usé porque tenía una connotación misteriosa. Supongo que la gente del jurado se habrá preguntado que es «pruvonena», quien es «pruvonena», qué clase de nena es esa. Era, si mal no recuerdo, 1955 aproximadamente. La obra ganó y uno de los integrantes del jurado era Sebastián, que yo no conocía, ni él sabía que yo existía. Al momento de abrir el sobre aparece un nombre desconocido, pero cuando ven mi dirección, Sebastián dijo, «este es vecino mío, yo voy y le aviso que ha ganado el premio». Un buen día, alguien toca la puerta, y lo veo ahí con su cabeza ovoide, como él dice en un poema, flaco, su nariz afilada, su voz ronca, y yo me quedo muy sorprendido. Entonces, me dice «¿tú eres José Miguel Oviedo, no?» Sí, le dije. «He venido a darle una noticia», acotó. Lo hice pasar con mucho miedo y respeto porque él era una figura importante y de repente lo tenía en mi casa, frente a mí. Me dijo que había ganado el concurso y que tenía que ponerme en contacto con el director del Club de Teatro. Me advirtió que vendrían a hacerme alguna entrevista y cosas por el estilo. De ahí en adelante, no sólo frecuenté a Sebastián, sino que además, con motivo de mi obra premiada, conocí la actividad teatral por dentro, en tanto que la obra se tuvo que montar. Yo nunca antes había estado en situación similar, así que me acerqué a los intestinos del teatro. Fue la oportunidad para saber de las pequeñeces y grandezas de los actores.

¿ Qué significó Sebastián Salazar Bondy para usted?

Para mí, Sebastián, más que un padre o un padrino, fue una especie de hermano con el cual me peleaba, como se pelean los hermanos entre sí, y nos reconciliábamos también como suele suceder. Teníamos diferencias estéticas, de formación, de perspectiva de lo que queríamos hacer. Pero la mayor de las veces había zonas de confluencia. Cuando esas zonas de confluencia se producían eran maravillosas. Como era maravilloso nuestros enfrentamientos, porque todo eso creaba situaciones que me enseñaban cosas en torno a las relaciones humanas y, sobre todo, al carácter de los escritores.

En cuanto a su etapa como estudiante universitario, ¿qué recuerdos tiene?

Yo entré a la Universidad Católica en los años cincuenta. Ingreso con un destino profesional perfectamente inevitable y al mismo tiempo vago: estudiar Derecho. Tú te preguntarás, ¿por qué Derecho? Porque en mi familia yo tenía fama de hablar bien y un abogado tiene que hablar bien para convencer al juez. Como no tenía más habilidad que ésa, tenía que ser inevitablemente abogado. No cabía la menor duda, por lo menos para mi familia. Entonces, yo ingresé a la Católica para ser abogado, pero previamente uno tenía que estudiar dos años obligatorios de Estudios Generales de Letras. Comencé a estudiar ahí, con profesores buenos y malos, con cursos buenos y malos, y descubrí a uno que fue decisivo en mi formación: me refiero a Luis Jaime Cisneros, quien fue tan decisivo como Sebastián. Mi formación universitaria le debe mucho al lingüista Luis Jaime Cisneros. La lingüística me atraía y me asustaba un poco. Había algo ahí que no podía procesar intelectualmente; sin embargo, había interés. La lingüística me hacía razonar en algo que generalmente pensamos: ¿cómo usas tú la lengua? Uno usa la lengua sin pensar mayormente. La lingüística me despertó un poco esa inquietud. Me di cuenta de que era un fenómeno delicado y complicado.

Pero ¿cómo se da el salto de la lingüística a la literatura?

Luis Jaime Cisneros, queriendo hacer proselitismo lingüístico, me propuso que lo ayudase en un curso y fuese su auxiliar, lo cual me llenó de alegría y al mismo tiempo de temor, porque nunca había dictado clases a nivel universitario. La tarea consistía en dictar clases, prácticamente, a mis propios compañeros, a muchachos y muchachas que tenían un año menos que yo o algo así. Comencé a dictar clases de lingüística, pero evidentemente mi interés era la literatura. Debo confesar que por entonces yo había leído un poquito más que mis compañeros y digo esto lejos de toda pretensión. Yo había leído a algunos autores copiosamente, como Borges por ejemplo, lo cual era raro porque en ese momento Borges había producido relativamente muy poco; además, había leído a algunos autores clásicos. La literatura empezó a ser el centro de mi mundo por primera vez y no una cosa casual o lateral. Como hablábamos de literatura todo el tiempo con Abelardo Oquendo y Luis Loayza, de repente Abelardo, que tenía la responsabilidad de la sección literaria del suplemento Dominical del diario El Comercio,un día me propuso que escribiera crítica teatral en tanto que le había comentado mis impresiones sobre Exiliados, el único drama que Joyce escribió, traducido por la editorial Sur. Por cierto, nuestro alimento literario de entonces venía de Buenos Aires, como por ejemplo Sur, Losada o Emecé. Joyce me había deslumbrado anteriormente con su Ulises, del cual quedé absolutamente fascinado. Lo que te quiero decir es que la primera reseña que escribí en el periódico fue sobre Exiliados, de Joyce. A partir de ello, empecé a publicar de una manera esporádica en el suplemento, después periódica, y de pronto empecé a escribir semanalmente.

Para entonces, la literatura se convirtió en su actividad principal...

Efectivamente, descubrí que la literatura era lo que más me gustaba. El horizonte jurídico empezó a nublarse, a borrarse o a desaparecer, pero pese a eso lo mantuve, así que cuando terminé los dos años de Estudios Generales Letras y pasé a estudiar los cinco de Derecho en el local del Instituto Riva Agüero, yo simultáneamente estudié Literatura. Si tú ves bien, yo tenía dos años en el campo de las Humanidades y ahora me quedaban tres más para doctorarme en Literatura y cinco para doctorarme en Derecho. Aunque no lo creas, mantuve esa simultaneidad un buen tiempo. Como supondrás, terminé mis estudios de Derecho, aunque no presenté el famoso caso o juicio que uno tiene que defender para demostrar que uno es capaz de realizar las tareas del abogado profesional y tener así el título. Pero sí ingresé a un estudio de abogados donde yo era consultor literario, más que jurídico, por cierto; estuve allí algunos años. Un buen día, después de ir al espantoso mundo subterráneo, kafkiano por completo, del Palacio de Justicia, tomé una decisión que me llevó a decirme con toda honestidad que ése no era mi mundo y que yo nada tenía que hacer ahí. Sin embargo, yo ya estaba ganando un dinerito como abogadito o como tinterillo en el estudio de Carrillo Smith, quien fue un abogado muy importante. El problema era como decirle a mi familia que dejaba el Derecho. Lo hice, fue un momento duro, pero sobreviví porque ya tenía un cargo en la universidad, era profesor auxiliar, dictaba cursos en diferentes instituciones, academias, centros culturales de señoras, que sé yo. Sumando todas esas pequeñas limosnas que se llamaban salarios, más o menos podía mantenerme. Así comencé en el mundo de la literatura, no escribiendo ficción, sino asumiendo esa función u oficio despreciable que es la crítica y que casi nadie elige como único oficio literario, por lo menos en esa época.

Me contaba que ha terminado de escribir sus memorias. Supongo que contará todas estas peripecias...

Así es. Una locura razonable: Memorias de un crítico literario es el título que he elegido para mis memorias. Elegir la crítica literaria en un país como el Perú es un gesto de absoluta demencia, pero eso fue lo que hice. Como sabemos, la crítica literaria tiene varias vías o canales. Por ejemplo, la crítica periodística está condicionada por la urgencia, el espacio y la actualidad, lo que hace que de manera inevitable caiga, la mayoría de las veces, en la improvisación; pero su virtud radica en el hecho de que es un espejo de la actualidad, da a conocer nuevos nombres o rescata viejos nombres, orienta al lector y lo informa, le da pistas, toma la temperatura del ambiente y en cierta manera influye sobre los gustos literarios del momento. Así es que cumple una función importante dentro de esas limitaciones.

¿Qué la diferencia de la crítica académica?

La crítica académica es totalmente distinta, es la que se ejerce en las universidades, en los centros de investigación, institutos científicos. La gran diferencia con la crítica periodística es que la académica tiene todo el tiempo y la extensión necesarios para realizar su función. La crítica académica es más profunda, más reposada, mucho mejor documentada y tiene un círculo de lectores mucho más reducido; su campo de acción no es el público común y corriente, sino la gente que tiene interés específico en la literatura o en los autores que aborda o en los fenómenos literarios que trata. Es una crítica para especialistas, es crítica para críticos o para muy buenos lectores. La limitación de la crítica académica es que tiende a ser reseca, además da más importancia a la obra en cuanto objeto de estudio que a la obra en cuanto a objeto de arte y de imaginación. Este tipo de crítica desmonta la obra para ver como funciona esa maravillosa maquinaria de relojería, pero a veces pierde de vista el propósito final de esa obra. Sin embargo, es importante desmontar el mecanismo de relojería porque nos hace ver cosas que no veríamos de otro modo. También es importante la concentración que la crítica académica tiene: puede, por ejemplo, dedicar un libro entero a una metáfora. Además, se ocupa de las obras al margen de su actualidad, al margen de su interés o difusión. Es decir, un poco que va contra la corriente porque se ocupa de lo que nadie se ocupa. Tiene el mérito de redescubrir o desenterrar tesoros olvidados. El problema es que a veces lo hace de una manera que no reclama la atención debida del público que podría interesarse en esto.

¿Qué relación existe entre el ensayo literario y la critica?

En cierta manera, el ensayo es una combinación, una síntesis y, a la vez, una superación de los dos tipos de crítica literaria que he mencionado. El ensayo literario es un tercer tipo de crítica. O para decirlo de otra manera, es un tipo de crítica que se manifiesta en forma de ensayo. El ensayo es un género que, como la crítica misma, es difícil de definir. Es otro caso de nombre complicado. La palabra ensayo es muy modesta porque el que ensaya no esta diciendo «esto es definitivo». Está ensayando, está explorando, está probando, está tomando pasos precavidos para acercarse a algo; es un camino «hacia» y no un punto de llegada, por eso se dice que es un ensayo. Se trata de una tentativa, de un intento de algo. El ensayo es igualmente un nombre malinterpretado como la crítica porque mucha gente silvestre pregunta por qué el ensayista escribe un ensayo sobre un autor o tema y no entrega un producto definitivo, por qué se queda en esa especie de fase «pre». El ensayo es un género difícil de definir en una fórmula, pero tiene una virtud suprema, al margen de lo que pensemos de él como género: el ensayo es un ejercicio de la libertad del pensamiento crítico; nos permite decir todo lo que queremos sobre el objeto de estudio que no conocemos del todo perfectamente, cosa que no haría jamás un critico académico. El crítico académico sabe todo sobre Góngora, sobre Martín Adán o sobre Ribeyro. Sabe todo y se presenta con esa pretensión; es exhaustivo en tanto que acaba el asunto que estudia, acaba con el tema literalmente o pretende acabar con el tema. El ensayista, en cambio, no tiene esa pretensión en absoluto. El ensayista da pasos tentativos, va por acá, va por allá, intenta por este lado, intenta por el otro. De hecho, el ensayo tiene ese nombre a partir de Montaigne que lo usó para expresar algo muy importante. Montaigne dijo: «escribo porque ignoro, no porque sé». Esa forma de modestia del escritor francés es interesante porque de alguna manera está diciendo que escribe sobre un tema equis, pero de una manera personal. Pareciera que Montaigne plantease su modestia en los siguientes términos: «digo lo que se me ocurre para tratar de acercarme a algo, a ver si acierto, sin pretender decir la verdad definitiva». Evidentemente, el ensayo es un acercamiento y el acercamiento tiene los rasgos y las características de alguien que está dando pasos un poco inseguros. Él dice: «para atravesar los dados de mi ignorancia»; es decir, no sabe bien por qué terreno se mueve, pero escribe para conocerlo. Eso es lo maravilloso del ensayo. El ensayista ingresa a un mundo donde explora, visita y reconoce, y cuando termina, conoce más de ese tema que antes, pero no todo. La maravilla de eso es que le deja al lector la libertad de añadir lo que crea conveniente. El ensayo permite el diálogo, mientras que la crítica académica es terminante. La crítica académica afirma, por ejemplo, Góngora es esto; y a ver quién sale a desafiar ese análisis de tal metáfora que está basada en etimologías y en estudios filológicos rigurosos. Acaso por eso, el ensayo tiene pocas o casi ninguna clase de notas. Alfonso Reyes dijo «el ensayo es la tesis menos la prueba». Permanentemente, el ensayista está retando al lector, está invitándolo al diálogo. Por eso se dice que el ensayo polemiza, abre la conversación y no la cierra. Toda esta dinámica genera un campo de posibilidades maravillosas; es por eso que yo digo que el ensayo es el ejercicio de la libertad del pensamiento crítico. El ensayo es, también, la manifestación más elevada de la actividad crítica. En esencia, concluiría que el ensayo es el ejercicio del rigor más la imaginación. El ensayista parte de un conocimiento previo; tampoco es un desventurado que habla de lo que no sabe. Hay que tener una idea del tema que uno está tratando. No es un caso de operación para un ignorante. Verbigracia, si yo sé algo sobre algo, puedo escribir un ensayo y al final salgo con un conocimiento mayor del que partí; así mismo, permito que la imaginación del lector se desarrolle y empiece a ser estimulada por lo que el ensayista ha dicho y reconozca en el autor cosas que no vio como lector.

Me gustaría detenerme ahora en la crítica ejercida por los creadores de ficción. Hay trabajos, al respecto, muy bellos como La caza sutil de Ribeyro, los ensayos del poeta Javier Sologuren o La verdad de las mentiras de Vargas Llosa.

Ese es un tipo de crítica que aprecio mucho porque, yo que soy básicamente un critico, aprendo varias cosas importantes de los creadores que desarrollan una función crítica. Primero, la perspectiva que ellos tienen del oficio es interior; ellos hablan desde adentro, aunque hablen de un escritor distinto. Cuando el escritor X habla de Y, yo entiendo mejor a X aparte de Y. O sea que cumple dos funciones. El crítico que es un creador opera como un conocedor del oficio desde una perspectiva que para mí es muy valiosa porque cuando alcanza ciertos niveles de imaginación, de rigor, de profundidad, la crítica se convierte en una forma de creación. La forma en que un creador desarrolla la función crítica da por resultado un grado más elevado del ensayo. Se trata del ensayo que reflexiona sobre el oficio que ejerce, sea la novela, la poesía, etc. Eso para mí constituye una lección estética, intelectual y moral muy importantes. Un paradigma de este tipo de crítica son las páginas, bellisimas por cierto, que Julio Ramón Ribeyro ha escrito sobre otros autores porque es un reflejo perfecto de lo que era él. A través de esas páginas que tienen que ver sobre otros escritores él se manifiesta de una manera inmediata y transparente. Cuando mencionas al poeta Sologuren me das pie para añadir un cuarto tipo de critica; me refiero a las traducciones. Ahora que Ricardo Silva Santisteban ha editado en Lima la obra completa de Javier, me percato del tremendo esfuerzo que hizo. Ha traducido muchísimo, una enorme cantidad de autores de todas las épocas. Algo parecido sucede con el poeta mexicano José Emilio Pacheco quien a sus traducciones denomina aproximaciones. Se trata de recreaciones que él hace a partir de textos ajenos con la intención que suenen como si fuesen originales y, al mismo tiempo, que suenen con su voz, de tal modo que son parte de su obra de creación. Ahora, Pacheco está revisando todo este esfuerzo de traducción que ha hecho y que dará un volumen de 600 páginas y que se publicarán en México, si es que ya no se publicaron. Es una obra de recreación, pero al mismo tiempo es de crítica que te permite entrar al universo literario de diversos poetas, desde los clásicos griegos hasta los poetas de 40 años.

¿Qué pasa con los diarios y los libros de memorias? ¿Son subestimados por la crítica o están siendo revalorados como el universo clave para entender a cabalidad la obra de un autor?

Yo no diría que estén subestimados, lo que pasa es que son otra vez un género complicado porque las memorias son y no son ficción. Son recuerdos de algo que se ha visto o ha compartido, pero al mismo tiempo es una obra de imaginación que no podemos recordar sin inventar. O sea que es un género híbrido como el ensayo o como la traducción en tanto que el traductor pone de sí también. Yo tengo una teoría: tú no entiendes bien una obra en otra lengua hasta que no la traduces. Para entender bien una obra en otro idioma tienes que traducirla. Pero, volviendo a las memorias, diría que son un género difícil de entender. Las memorias tienen que ver con los recuerdos, tienen que ver con lo que te pasó, pero también con la perspectiva que el autor elige para recordar. Acuérdate que se escribe en un presente sobre hechos del pasado; en ese sentido hay un juego entre el hoy y el ayer. Es fascinante porque ese juego relativiza los planos y crea ciertas relaciones entre lo que se vivió, se conoció, lo que pasó y lo que apareció literaria e intelectualmente en el momento en que el escritor recuerda. Las memorias engloban, entonces, lo personal con lo colectivo.
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18 marzo, 2008

Saint-Exupéry fue derribado

Una de las últimas fotos de Saint-Exupéry junto a su "Lightning 38"
Fuente: LaRepública


Todo parece demostrar que la muerte de Antoine Saint-Exupéry ha quedado revelada. El que hizo acaso un vaticinio de su desaparición con El principito, fue aparentemente derribado por un piloto nazi. El cual se arrepiente pues confiesa haber leído sus obras y sobre todo deberle a Saint-Exupéry el amor a la vocación de volar. En breve, se publicará el libro Saint-Exupéry, último secreto, del cual se publicaron extractos en la revista "Le Figaro" la semana pasada. Lo más estruendoso de la información fue cuando se cita a Rippert, piloto nazi, diciendo: "Soy yo, yo derribé a Saint-Exupéry".
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Dice la nota :PARÍS [EL COMERCIO / AGENCIAS]. Por más de medio siglo el destino final del escritor francés Antoine de Saint-Exupéry fue un completo misterio. Ahora, gracias a la pronta publicación de un libro que narra la historia de un ex piloto de la fuerza aérea nazi, el misterio podría ser desvelado.
Horst Rippert declaró en un libro que él podría haber matado al autor de "El principito" el 31 de julio de 1944 durante su última misión de guerra, cuando el Lockheed Lightning P-38 que piloteaba --y que se dirigía hacia Grenoble-- cayó cerca de Marsella durante un vuelo de reconocimiento. Su cuerpo nunca fue encontrado.
Extractos de "Saint-Exupéry, último secreto", escrito por Jacques Pradel y Luc Vanrell, se publicaron en la revista "Le Figaro" el fin de semana pasado y la información citó a Rippert que dice: "Soy yo, yo derribé a Saint-Exupéry".
A los 87 años, Rippert relató cómo el autor se cruzó en su camino al final de la Segunda Guerra Mundial, en el suroeste de Francia. Lo derribó disparándole sobre las alas y vio el avión hundirse en el mar sin que el piloto se eyectara.
Sin embargo, el ex piloto de la Luftwaffe nazi, que entonces tenía 24 años, también dijo que no podía confirmar con certeza la identidad del piloto francés, pero esperaba que no fuera él, ya que era un gran aficionado a sus trabajos. "En nuestra juventud todos lo habíamos leído, adorábamos sus libros. Él sabía describir admirablemente el cielo, los pensamientos y los sentimientos de los pilotos. Su obra produjo la vocación de volar en muchos de nosotros. Yo amaba el personaje ('El principito'). Si lo hubiera sabido jamás habría tirado. Nunca sobre él", admite Rippert, que es un ex periodista deportivo retirado que actualmente vive en Alemania.
Saint-Exupéry fue un piloto pionero en esa época. Tras la ocupación de Francia por los nazis en 1940, se trasladó a Nueva York, pero después regresó para unirse a la fuerza aérea francesa.
La primera luz para desvelar el misterio surgió en 1998, cuando un pescador marsellés encontró entre sus redes una pulsera que pertenecía al aviador, pero los investigadores desvirtuaron el hallazgo porque suponían que Saint-Exupéry había seguido una ruta que no estaba en su plan de vuelo.
Años después, Vanrell, que también es buzo profesional, identificó la carcasa del avión de Saint-Exupéry sumergido a más de 80 metros de profundidad en el mar Mediterráneo, cerca de la isla Riou, y comprobó así las sospechas de que el escritor se desvió hacia la costa de Marsella. Desde entonces, varios investigadores iniciaron una frenética búsqueda en los archivos de los ejércitos estadounidense y alemán y comprobaron que el P38 fue abatido en ese lugar donde nadie lo había buscado jamás. Así desterraron las hipótesis que afirmaban que Sain-Exupéry podría haberse suicidado o sufrido una colisión aérea. Versión alimentada por el hallazgo de un motor alemán junto al P38.
Actualmente, los restos del avión del famoso escritor se encuentran en el Museo del Aire y del Espacio de Bourget.
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Una más a Zavaleta

Fuente: ElComercio

Hoy el Diario El Comercio, publica una entrevista más a Carlos Eduardo Zavaleta. El autor de Huérfano de mujer, confiesa aspectos más íntimos acerca de su vida, matrimonio y viudez. A continuación la entrevista:
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Lee mirando el mar, trabaja mirando el mar. El mar fue su primer amor, dice este escritor peruano que tantos cuentos para amar la sierra nos ha regalado. Carlos Eduardo Zavaleta ya cumplió 80 años y, resfríos aparte, dice sentirte bien. Con ganas de seguir escribiendo. Acaba de publicar "Huérfano de mujer", una novela corta que narra los avatares de la viudez. Él conoce esa ausencia. Rosa Ugarte, su Tita, se fue hace tres años y él sigue extrañándola.
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Tiene 80 años, ¿se ha pasado rápido la vida?Ni yo mismo me la creo. Haciendo un recorrido mental desde que abrí los ojos racionales a los 4 años, en Chimbote, hasta mi vida en San Marcos y los viajes por el mundo como diplomático, todo me parece un viaje variado, muy placentero. Mi vida me permitió conocer el Perú y me permitió conocerme a mí mismo. Me acuerdo nítidamente de las escenas serranas que están en mis cuentos, el paisaje, la gente pobre, pero resistente. Los ancashinos han pasado tremendos aluviones, peligros, terremotos salvajes. Son indestructibles.

¿Y cuáles han sido los terremotos de su vida?
Originalmente iba a estudiar Medicina, pero no pude. Yo fui un buen alumno en secundaria y me dio el gusto por la historia, la ciencia y un poco la literatura, en ese orden. Iba a cumplir 16 años cuando salí del colegio y quise ser médico, psiquiatra. Era un muchacho ensimismado, el cuarto de los hermanos, muy callado.

¿Usted era estudioso?
Muy estudioso, si no sacaba la primera nota, sacaba la segunda. Me gustaba mucho leer y pensar. Me gustaba exponer. Cuando salí del colegio había leído poco, pero ya había tenido la suerte de leer a Faulkner y a Joyce. "El Quijote" y "El lazarillo de Tormes" también fueron mis primeras armas. Entonces pensé que mi vida era la ciencia, pero no resistí. Los profesores me parecían deficientes, no había laboratorios, ¿cómo se podía estudiar física y química sin laboratorios?

Y se fue
No, tuve que aguantar. La autoridad de mi padre era muy fuerte. Decía que cuando un hombre se compromete a algo tiene que cumplir su promesa vivo o muerto. Aguanté dos años de Medicina y no pude más. Mi hermano Aníbal, que estudiaba Medicina, me acompañó a hablar con mi padre. Fue el intermediario. "No se pueden aceptar cosas que van contra uno mismo", dijo. Por eso digo que mi primera gran transformación fue pasar de la ciencia a la literatura.

¿Y por qué le gusta Faulkner, por qué lo estudia tanto?
Por su sombra. Hay escritores que describen la luz, el perfil, pero dejan la sombra interna, el pensamiento, el vaivén de las emociones. A mí me gustaba esa exploración.

Y si le pidiera que me abriera un poco su sombra, qué diría
Siempre hay problemas y frustraciones que caen y se van al sedimento del inconsciente. Alguna enamorada que tuve y no me aceptó, en el servicio diplomático también pasaron cosas: uno quiere viajar a un lado y la plaza está ocupada. Yo quería ir a París, pero me mandaron a Bolivia, y no podía reclamar. Recuerdo que me encontré con Sebastián Salazar Bondy y él fue quien me dijo que sería formidable, que en el viaje desde Puno a Bolivia vería a las cinco de la mañana una luna que era un edificio de cinco pisos y como era provinciano me encantaría. Así sucedió.

Cuando recorrió el mundo ya estaba casado.
Claro, cumplí 48 años de casado y cuando desaparece esa persona te das cuenta de qué poco tiempo la has amado, que deberías haberlo hecho más. Cualquier amor por inmenso que sea te pide más devoción y a veces el hombre es bastante descuidado. Cuando uno siente que la mujer lo ama de verdad, uno se descuida.

Ahora está huérfano de mujer.
Absolutamente. Ya llevo tres años sin Tita.
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Para continuar con la entrevista: Aquí

17 marzo, 2008

El poeta MVLL

Fuente: puenteaéreo

La noticia la leí en el blog puenteaéreo y la espectativa de leer un poema de Vargas Llosa es implacable. El motivo, como lo explica Gustavo Faverón, es los 55 años del suplemento El Dominical del Diario El Comercio.
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Dice la nota: Un chisme: para su número especial del domingo 30, en el cual El Dominical del diario El Comercio celebrará cincuenta y cinco años de vida, el editor, Alonso Rabí, viene reuniendo colaboraciones de primer nivel, un poco en el espíritu de los libros de homenaje, es decir, una suerte de antología de críticos y autores que escribirán cada cual sobre los temas de su especialidad.

José Miguel Oviedo contribuirá con una crónica sobre sus inicios como crítico literario en el suplemento; habrá colaboraciones de Julio Ortega, Peter Elmore, Fernando Iwasaki y muchos otros, además de una historia de El Dominical en la que viene trabajando Jorge Moreno.

Pero sin la menor duda la sorpresa especial de ese domingo 30 (ojalá que no le eche la sal con el anuncio, porque el texto aún no ha llegado al diario) será un poema prometido por Mario Vargas Llosa: un poema al cual el novelista arequipeño se refiere como "un homenaje a Homero", probablemente surgido durante el tiempo dedicado a su reciente y homérico montaje teatral.

Otro texto posible pero aún no confirmado es una memoria de Alonso Cueto acerca de sus años como editor del suplemento: esos fueron también mis años en El Comercio, y puedo atestiguar que hubo material para más de una crónica de las buenas.

Otra entrevista a MVLL

Fuente: LaRepública


MVLL a propósito del próximo estreno de Al pie del Támesis brindó una entrevista a Pedro Escribano para la sección cultural del diario La República. Habla de teatro, narrativa, música y educación. Los dejo con la entrevista:
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Esta ahí, de pie, en su biblioteca. Era un pez en el agua. Mario Vargas Llosa nos recibió con la gentileza de siempre y luego nos condujo a un hall de grandes ventanas desde donde se observa el tranquilo mar barranquino "Aquí el mar siempre es un invitado de casa", comenta risueño mientras corre las persianas para protegernos de un sol ardiente.
Estábamos allí para preguntarle, entre otros asuntos, sobre el próximo estreno de su obra de teatro, Al pie del Támesis.
La obra, que dirigirá Luis Peirano, narra la historia del reencuentro después de 35 años de dos amigos en Londres. La sorpresa de uno es que el otro ya no era el amigo de antaño, sino se había convertido en una respetable señora.
Como refiere el autor de La fiesta del Chivo, el tema de la obra nació de la anécdota que le narró Guillermo Cabrera Infante en la que un amigo del escritor cubano, el poeta venezolano Esdras Parra, al reencontrarse después de años, se había cambiado de sexo.

−¿En teatro, en tanto hay actuación, es ver cómo tiene vida lo imaginado?
−Claro, es mucho más visual y más concreto el teatro. Además un novelista que escribe teatro tiene que aprender una lección de modestia, porque en la novela uno es el rey, todo lo decide uno, en cambio en el teatro uno tiene que saber que el texto es solo una parte de un mecanismo complejo en el que luego el director, los actores, los técnicos van a tener también un papel importante en la representación. El teatro además solo vive cuando sube a un escenario, de otra forma es solo un texto.

−La transexualidad es el tema de Al pie del Támesis, ¿ha puesto sobre escenario un problema de identidad?
−Sí, eso es exactamente. Es la identidad, sexual sí, pero digamos es la identidad. Yo creo que es un tema muy fascinante porque es un tema que tiene que ver con la libertad humana. Creo que la verdadera libertad humana significa para un individuo poder elegir totalmente su identidad. Es decir, en qué dioses cree o no cree, dentro de qué cultura va a vivir, qué lenguaje va a ser fundamentalmente el suyo, qué convicciones, qué principios, qué valores van a ser los que normen su vida y cuál va a ser su sexo. Eso en el pasado no se elegía, eso venía impuesto por tu pertenencia a una comunidad. No podías ser otra cosa. Pero a medida que avanza la civilización el individuo se va desprendiendo mucho de esa comunidad y va eligiendo de acuerdo con su vocación, de acuerdo a sus convicciones, de acuerdo a sus instintos, lo que realmente quiere ser. Ese es el tema, yo creo, profundo de la obra.

−Por el tema es una obra que va contra la intolerancia de nuestra sociedad.
−Bueno, hay que verlo, porque el Perú aunque ha avanzado bastante todavía es una sociedad muy machista y muy llena de prejuicios. Sobre Esdras Parra, me enteré después que regresó a Venezuela, siguió escribiendo, recibió apoyo de su familia. Se convirtió en una persona pública, digamos su caso lo utilizó para promover un poco la idea de la libertad sexual. Murió joven. Yo me pregunto qué pasaría en el Perú con un caso así. Hasta qué punto encontraría comprensión y hasta qué punto se convertiría en un personaje más bien marginado.

−Usted tiene una vocación por personajes transgresores.
−Transgresores sí, yo creo que siempre me han seducido mucho los personajes digamos inconformes, los personajes que se revelan contra esos destinos impuestos. Sin embargo, sería un error ver en la obra simplemente lo sexual, no, en absoluto, es un problema mucho más complejo, es un problema que tiene que ver con la identidad, la identidad elegida y la identidad impuesta.

−Calderón de la Barca decía "El gran teatro del mundo", Balzac "La comedia humana". ¿Nuestra vida es teatral?
−Sí, yo creo que nosotros representamos. No se puede vivir en sociedad sin representar. Creo que incluso los seres humanos más auténticos, en la medida en que viven en un contexto de gentes distintas, diversas, están obligados a imponerse un cierto rol, un cierto papel y entonces no hay ninguna duda de que la vida es teatro. Creo que si todos nos mostráramos exactamente como somos, el mundo desaparecería, habría una violencia terrible. Entonces tenemos que representar y la civilización es eso, es una representación permanente.

−Vivimos en diplomacia, en ese sentido.
−Nos hacemos muy diplomáticos para no entre matarnos (risas).
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Para continuar con la entrevista: Aquí

12 marzo, 2008

Testimonios de la generación del 50


El Centro Cultural Inca Garcilaso del Ministerio de Relaciones Exteriores dan hoy por inicio a una serie de conferencias testimoniales con tres narradores de la genereación del 50:

Dice la nota: Lima, mar. 12 (ANDINA).- El centro cultural Inca Garcilaso de la Cancillería (jirón Ucayali 391, Lima) ha programado a partir de hoy un ciclo de testimonios durante tres miércoles consecutivos con tres destacados escritores de la Generación del 50. Los autores que participarán son Oswaldo Reynoso, Antonio Gálvez Ronceros y Edgardo Rivera Martínez, quienes se caracterizan por su constante trabajo y por la calidad de sus obras de ficción.

El ingreso a estas actividades es gratuito. Además, se ha preparado como complemento una exposición bibliográfica que incluye toda la producción literaria de los tres narradores.
La conferencia inaugural está programada para las 18.30 horas, con el testimonio de Reynoso. Este escritor nació en 1931 en Arequipa.
Aunque es conocido como narrador, también se ha dedicado a la poesía. Su colección de cuentos Los inocentes, publicado en 1961, constituye un hito en la tradición narrativa peruana por su uso del lenguaje coloquial para retratar a adolescentes marginales de la ciudad.

Discursiva

CONVOCATORIA

Discursiva Editores abre la recepción de trabajos para la edición del segundo número de la Revista Discursiva. Se podrá participar a través de las siguientes modalidades:

1. Reflexión: artículos y ensayos
2. Creación: cuento, poesía y crónica
3. Reseñas: libros publicados en el 2007 y 2008
4. Humor: historieta humorística con tres imágenes

a) El tema para esta edición es Literatura escrita por mujeres y lo femenino en la Literatura Peruana, el cual se limita a la sección de reflexión y humor.

b) Los trabajos de reflexión deberán tener un máximo de 9 páginas. Los cuentos y las crónicas con un máximo de 5 páginas y en poesía se podrán enviar un máximo de 4 poemas, cada uno con una extensión máxima de 25 versos. Para la modalidad de reseña, serán enviados los trabajos con un máximo de 3 páginas. En humor: una historieta con un máximo de 3 imágenes.

c) Cada trabajo deberá ser enviado como documento Word en formato A4 a espacio y medio en times new roman a 12 puntos y justificada.d) Los trabajos deben ser enviados al correo electrónico: discursiva.ed@gmail.com, adjuntados en documento Word: primero, conteniendo el trabajo y el segundo, los datos del autor (nombres y apellidos, dirección, teléfono, estudios y breve reseña de su vida) y la modalidad en la que se participa. Cada correo debe ser enviado bajo el asunto de Revista Discursiva.

e) Cada participante podrá enviar más de un trabajo, siempre y cuando estos no hayan sido publicados en ningún soporte impreso.

f) La fecha límite para los envíos es el 13 de abril de 2008. Cualquier duda o consulta podrá ser notificado a través del mismo correo electrónico.

10 marzo, 2008

Una entrevista a Vladimir Nabokov

Fuente: abretelibro

Aquí les dejo un video de mucho interés para los lectores de Nabokov. "Se trata de la emisión especial (30 de mayo de 1975) de Apostrophes -el famoso programa del francés Bernard Pivot- que se dedicó íntegramente a Vladimir Nabokov. Para quien conozca Strong Opinions, esta entrevista no entregará novedades; lo inestimable, por supuesto, reside en la presencia de Nabokov, en su voz y la cadencia juguetona de su excelente francés. El programa se complementa con la intervención del crítico Gilles Lapouge y con escenas de un reportaje que muestra a Nabokov cazando mariposas. Atractivo adicional: esta versión viene con subtítulos en español."(Fuente: zonadenoticias)


Entrevista:

Más:

09 marzo, 2008

Al pie del Támesis de MVLL

Fuente: El Comercio

Seis años e ingentes reescrituras le ha costado al autor de La ciudad y los perros, la escritura de su más reciente pieza teatral: Al pie del Támesis. En breve, la obra será estrenada a nivel mundial de la mano de Luis Peirano e interpretada por Alberto Ísola y Bertha Pancarvo. El estreno está dado para el 27 de marzo en el Teatro Británico de Miraflores. Vargas LLosa comenta, en la entrevista que dio a El Comercio, que la historia nació a partir de una conversación con Guillermo Cabrera Infante (autor de Tres tristes tigres). "Su colega cubano le había relatado sin perder aún el asombro su reencuentro con el[sic] poeta venezolano Esdras Parra, quien décadas después de la última despedida, había cambiado visiblemente. Se había convertido en una celebrada poetisa. "De pronto, tuve la idea de la obra: el encuentro en Londres de dos amigos miraflorinos que no se han visto en treinta y cinco años. Como Londres es la ciudad de los aparecidos, de la conversación empezarán a aparecer fantasmas, pero de carne y hueso. Me gustó muchísimo la idea y me puse a trabajar", nos confiesa el escritor en la tranquilidad de su estudio en Barranco." Además, la dedicatoria que reza: A Luis Peirano, por su larga paciencia. Es un claro agradecimiento al director por su espera. A continuación, un extracto de la entrevista:
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¿En una obra de un solo acto, cuyo texto se lee de un tirón, dónde radica la dificultad?
Creo que lo que me costó mucho trabajo es entender algo que estaba implícito en la obra pero que al principio me resistía muchísimo a aceptar: "Al pie del Támesis" no era una historia realista. Yo quería que esta fuera una historia realista y con ello frustraba las posibilidades de una historia que se enriquecía muchísimo si el elemento ficticio ocupaba un lugar central. Fíjate que me tomó varios años para entenderlo. No sé cuántas versiones hice de esta obra, pero fueron muchas .

Para el montaje de la obra, ha estado presente desde las primeras lecturas hasta los ensayos finales...
El teatro tiene una cosa fascinante, es una obra de colaboración. Tienes que saber que lo que escribes es solo una parte del espectáculo. El director, los actores, los técnicos, todos juegan una parte fundamental. Hay que estar consciente de esta otra dimensión, que no existe cuando escribes una novela. Ser consciente de que solo eres una parte de la historia, que esta la van a completar otros, hace que escribir una obra de teatro sea algo muy distinto que una novela. Generalmente no estoy presente cuando se ensaya una obra mía. Esta vez sí. Desde la primera lectura hasta el estreno voy a seguir cerca de todo lo que ha sido la composición del espectáculo.
Es lugar común que los directores digan que no hay mejor dramaturgo que el dramaturgo muerto, ya que no pueden intervenir en el montaje. ¿Su presencia en los ensayos no intimidaba a los actores?
En algún momento pareció que ocurría eso y por eso yo discretamente hice mutis. Pero luego me invitaron a que volviera. Yo procuro ser muy discreto. El director de la obra es Lucho Peirano y yo no me he metido para nada en lo que es la dirección, ni siquiera para opinar, salvo cuando él me lo pide. Estar con ellos me ha servido muchísimo para oír el texto con distancia, en boca de los actores. Eso me permitió hacer pequeñas pero importantes enmiendas. Esta experiencia ha sido muy bonita para mí, porque Lucho Peirano, Bertha Pancorvo y Alberto Ísola se entienden muy bien. No es la primera vez que trabajan juntos y hay una gran amistad entre ellos. Hay una gran complicidad. Buscan y encuentran cosas y Lucho dirige de una manera que les permite a los actores ejercer su libertad. Ellos contribuyen mucho con cosas creativas. Para mí, ha sido muy interesante ver cómo aparecían en la obra cosas que no sospechaba, gracias al director o los actores. Es una experiencia que no he tenido en otras obras de teatro.

¿En la obra, el personaje del transexual es un motivo para reflexionar sobre la identidad, un tema tan presente en sus ensayos?
Pues mira, creo que la identidad es algo que nosotros construimos, no es algo con lo que tu vienes al mundo. Signo de civilización es que una persona pueda ir construyendo su identidad a partir de iniciativas tomadas libremente. Si la identidad es impuesta, esta es una forma de esclavitud. Y creo que eso existe en comunidades muy primitivas, en las que el individuo es solo una parte de la tribu. Al no tener posibilidades de sobrevivir separado del contexto social, entonces la tribu le impone una identidad que le permite sobrevivir. Pero luego la civilización va permitiendo que el individuo se desgaje de esa comunidad y que vaya teniendo una autonomía cada vez mayor para elegir su dios, sus costumbres, su lengua, su sexo. Mientras más elecciones libres tenga, más libremente construye su identidad de acuerdo a sus motivaciones, apetitos, tendencias, proclividades. Ese es un tema que me ha apasionado muchísimo. Y en esta obra, el tema se encarna de una forma muy dramática.
Para el texto de "La Chunga", usted utilizó como epígrafe una frase de Oscar Wilde: "La verdad es raramente pura y nunca simple". Esta sentencia podría ser aplicable a toda su obra teatral: la búsqueda de la verdad desde la realidad y lo imaginario.
Creo que existe una frontera entre la verdad y la mentira. No soy un relativista que crea que la verdad no existe, que todo dependa del punto de vista. Creo que hay verdades y mentiras, pero que la frontera entre ambas nunca es nítida, como creen los fanáticos. La verdad es muchas veces compleja, ambigua, tienes que hacer un enorme esfuerzo para aislarla. Muchas veces esa ambigüedad debería llevarte a ser prudente. Siempre la realidad humana es mucho más sutil, más imprevisible, más compleja, que lo que pueden interpretar cualquier esquema racional. Probablemente, si hay un aspecto de la realidad humana donde eso sea más evidente es en el sexo, algo que siempre se ha querido catalogar, clasificar por los dogmas, por la visión religiosa. En realidad el sexo es siempre mucho más imprevisible, escurridizo y complejo, es uno de los aspectos de la persona donde más se ejercita la libertad. Este es uno de los temas de la obra que creo también muy presente en las cosas que he escrito, pero ahora de una manera mucho más flagrante.
¿Cuanto pesa lo simbólico en la historia que busca contar? Es claro que el público espera de Vargas Llosa una reflexión que vaya más allá de la historia...
El primer impulso, y el que prevalece siempre cuando escribo una obra de teatro o una novela es la historia. Lo demás viene solo, por añadidura. Al final, lo más difícil es contar bien una historia, de tal manera que quien la lea o la vea sobre un escenario se identifique con ella y la viva como una experiencia personal. Ninguna historia llega a hechizar a un espectador si no lo compromete, si no toca los problemas que a él realmente le preocupan, si en esa historia él no ve alguna explicación o solución a un problema que lleva consigo. Una historia no es apasionante porque sí. Lo es porque te toca, porque tiene que ver con tu historia personal. Hay ideas, puntos de vista, cuestionamientos, pero tanto en el teatro como en la narrativa eso tiene que transpirar de la propia historia. Si no, resulta algo postizo , un pretexto para divulgar ciertas ideas.

Decía que un pálpito le dice si una historia va mejor para el teatro o para una novela. ¿Hay algo más detrás de este pálpito?
Es algo muy misterioso para mí. No sé por qué, pero sé cuando una historia es para el teatro y cuando para una novela. No puedo explicarlo racionalmente. Para mí, una historia teatral es mucho más visual: veo las caras de los personajes, las situaciones. Es una historia mucho más condensada, más sintética, no se proyecta en el tiempo como ocurre con las novelas. Pero no te puedo dar una respuesta. Eso sí, la intuición es clarísima, nunca me falla.
Los críticos señalan que el teatro es el espacio más liberador para usted, donde puede expiar más cómodamente fantasmas como el sexo y la sordidez.
Es posible, aunque no tengo distancia para darme cuenta. Pero sí, es verdad que hay en mi teatro una coherencia que no hay en mi narrativa. En él se puede hablar de un cierto denominador común, pero eso no es deliberado.

El teatro que me gusta (Y el que no)
Es conocido que su gusto por el teatro se inició de niño tras ver en el teatro Segura "La muerte de un viajante" de Arthur Miller. ¿Miller para su teatro sería lo que Faulkner para sus novelas?
Nunca podré olvidar lo que fue la experiencia de ver "La muerte de un viajante". Yo ya sabía que en la novela existía esa libertad para tratar el tiempo, que una historia podía pasar del pasado al futuro, de un narrador a otro, pero no había visto en el teatro nada parecido, una obra que jugara con tal libertad con el tiempo o con los niveles de realidad. La impresión fue realmente enorme. Tanto que me hizo escribir mi primera obrita de teatro "La huida del inca". Pero si me pides elegir a un autor de teatro, no citaría a Arthur Miller. Hay otros autores que admiro enormemente, como O'Neill, por ejemplo. "Largo viaje hacia la noche" es una obra que me impresionó tremendamente. Igual sucede con Chéjov o Ibsen. Entre los autores más modernos, creo que Tom Stopard es el dramaturgo vivo más creativo, original y novedoso. Poco conocido fuera del mundo anglosajón, por desgracia.
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Entrevista completa: Aquí