23 marzo, 2008

Carta a mi mujer de Francisco Umbral


El Diario La República informa acerca de la publicación póstuma del libro de Francisco Umbral Carta a mi mujer. El libro está compuesto por dos cartas dirigidas a su esposa."Una muy larga, terminada en otoño de 1985, y la segunda, de apenas 23 páginas, concluida en julio de 1986."
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Dice la nota: Desde hace un cuarto de siglo es difícil concebir la llegada de la primavera madrileña sin un nuevo libro de Umbral. Y la cábala se ha cumplido nuevamente, con puntualidad y en busca de la admiración y comentarios que siempre deparan sus escritos. Con prólogo del poeta Peré Gimferrer, Carta a mi mujer (Ed. Planeta), Francisco Umbral cierra el ciclo de un fecundo trabajo literario con cerca de un centenar de títulos y millares de crónicas que le han valido la calificación de ser el mayor prosista del siglo XX en lengua castellana.
¿GÉNERO EPISTOLAR?
El género epistolar ya no existe, pero este libro está compuesto por dos cartas. Una muy larga, terminada en otoño de 1985, y la segunda, de apenas 23 páginas, concluida en julio de 1986. O sea, hace más de dos décadas y que por expreso deseo del autor fueron guardadas para su publicación después de su muerte.
Están dirigidas a María España, su compañera y esposa de toda la vida, con ese tono coloquial tan intenso y personal, desenfadado y provocador, que hace patente su estilo. No es la primera vez que un escritor se dirige exclusivamente a su consorte. Una muestra: Mujer de rojo sobre fondo gris del maestro Miguel Delibes, pero es la baza estilística lo que personaliza a Umbral, con acusada diferencia y el mayor respeto a los mayores.
DOS MUJERES Y UN NIÑO
Su madre muerta de tuberculosis muy tempranamente y su único hijo fallecido cuando era un niño, han sido los elementos más íntimos del mundo personal del autor. El hijo de Greta Garbo es una novela inspirada en esa estampa de amor y cera, belleza y exquisitez como pinta a su madre, y Mortal y rosa, seguramente la más famosa de Umbral está inspirada en la desaparición de su único vástago.
Y para cerrar esta trilogía personalísima, etérea, lírica y por lo tanto como exprimida del alma, falta la otra mujer que alumbró su juventud, su plenitud y su decantada madurez, su esposa.
Lo curioso es que en Carta a mi mujer nunca aparecen ni su hijo ni su madre, quien sabe por no robar la menor pizca de protagonismo a quien amó casi desde la niñez hasta la tumba, pese a que Umbral tenía fama, y la alentaba, de haber sido un don Juan empedernido.
MARIAMOR
Valiéndose de su viejo automóvil Citröen al que encuentra abandonado en una calle y quiere hacerlo reparar, Umbral nos adentra en su hogar, su casa de campo, sus jardines, sus gatos, sus costumbres y particularidades de creador, pero todo en torno a María España –que en la vida real así se llama su esposa y que ahora aparece, muchas veces, como "Mariamor"–, para deslumbrarnos de nuevo con su prosa exquisita, bordada por imágenes y figuras insólitas.
"Te forjé con palabras mías y de los otros, a partir de una cabeza perfecta, como de diosa menor, a partir de una piel oscura y pelo claro y tirante, a partir de una gracia bachiller y un ser, como eras, el stradivarius de las hermanas, porque tenías muchas hermanas, y en estos casos siempre hay una que es el violín aparte y mejor afinado" (p.37), describe a María España, en un ejemplo tomado al azar.

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