06 abril, 2008

Dossier a Manuel González Prada

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En el mismo suplemento se ha publicado una retrospectiva de nuestro primer pensador moderno. A proposito de que "Loyola College y Johns Hopkins University organizaron a fines de febrero un Coloquio Internacional sobre la obra de Manuel González Prada en la ciudad de Baltimore. En el evento se discutió con ardor sobre la naturaleza del radicalismo, la experiencia traumática de la Guerra con Chile, el nuevo imaginario nacional y las contradicciones ideológicas del hombre que denunció con palabras de trueno nuestras miserias públicas y privadas"
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Dice la nota: Las ideas de González Prada ocupan una posición central en el escenario ideológico de las dos últimas décadas del siglo XIX y las dos primeras del siglo XX. Él es nuestro primer intelectual moderno, no solo por su lúcido diagnóstico y su intransigente crítica a nuestras instituciones sociales y políticas como lo demostraron David Sobrevilla y Eugenio Chang Rodríguez, sino también por las contradicciones que desgarran su trayectoria vital y sus ideas.
El conjunto de su obra propone un archipiélago de sentidos que colisionan: un sujeto que emplea el poder del saber para socavar el saber del poder; alienta los procesos de modernidad política, pero vacila ante la radical modernización social; miembro de la oligarquía, escribe las más punzantes diatribas contra ella; propone una literatura que ejerza una crítica sociopolítica, pero gran parte de su obra poética funda la autonomía formalista del discurso literario moderno; realiza una nueva representación del indio y los Andes, sin liberarse de la cosmovisión racialista; anarquista que se convierte en bibliotecario público, radical que construye la conciencia crítica nacional; librepensador devoto del positivismo; pesimista ante la realidad social peruana, pero optimista ante el progreso científico universal.
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LA GUERRA CON CHILE: EL TRAUMA DE LA NACIÓN DESHECHA
Existe consenso en señalar que la derrota ante Chile, posibilitó la prédica antioligárquica y anticriolla de González Prada. La derrota de la nación fundada en el paradigma criollo-limeño exigió modificar radicalmente las imágenes de la comunidad peruana; por ello, el ensayista incorporó al indio como sujeto central en la forja de la nación futura.
José Luis Rénique estableció que el origen del "gonzalezpradismo" está asociado a la elaboración de un discurso impugnador de la nación a partir de una actitud nacionalista y revanchista. La matriz fundacional es la experiencia personal del escritor en la batalla de San Juan. Él fue asignado como oficial de reserva a una guarnición de artillería ubicada en el Cerro El Pino. Sin poder combatir fue testigo de la derrota, observó la masa de soldados dispersos: "unos heridos arrastrándose, otros pidiendo auxilio; unos con armas, otros sin ellas, llenos de sangre y la ropa hecha pedazos". Al caer la noche de aquel día nefasto, "las cosas me ofrecían un aspecto raro; los amigos me eran indiferentes. Era yo otro hombre. Todo mi pasado había muerto" declara en el dramático recuento de sus memorias.
En la intervención más polémica y sugerente, Carmen Mc Evoy resaltó que la inmensa figura de González Prada ha terminado ocultando las complejas voces del republicanismo del siglo XIX. Leemos el siglo XIX desde las críticas del maestro y olvidamos las mutaciones del republicanismo y las heterogéneas tradiciones liberales que no pueden ser subsumidos en la reductora palabra "oligarquía". La épica de la burguesía republicana que alcanza su punto culminante en Manuel Pardo empieza a convertirse en una narrativa historiográfica que socava los tradicionales relatos de la historia de las ideas.
Desde la otra trinchera, Nicolás Lynch y César Germaná insistían en que González Prada inauguró una nueva tradición democrática, una ciudadanía social que significó una ruptura definitiva con la tradición oligárquica. Acontecimiento que posibilitará su engarce con las dos figuras políticas emblemáticas de la vertiente nacional popular del siglo XX: José Carlos Mariátegui y Víctor Raúl Haya de la Torre[.]
Guido Podestá sostuvo que no se deben crear rupturas epistemológicas asociadas a figuras, sino se debe estudiar el conjunto de las tradiciones ensayísticas de un horizonte cultural. Ubicar a González Prada en el seno de la agitación cultural decimonónica significa buscar sus genealogías y deudas con el positivismo de Atanasio Fuentes, la sociología de Dávalos y Lisson, e incluso -como demostró Rocío Ferreira- con el romanticismo exotista de Juana Manuela Gorriti.
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