25 septiembre, 2008

Tres miedosos a volar


A propósito de la reciente publicación de la obra del mexicano Ignacio Solares titulada Imagen de Julio Cortázar, que reúne entrevistas, cartas, y testimonios de escritores y críticos sobre el autor de Rayuela. Gabo -que hizo el prólogo para el libro del mexicano- ha recordado el miedo a volar propició que los escritores latinoamericanos Julio Cortázar, Carlos Fuentes y él vivieran en 1968 una "noche irrepetible" durante un viaje en tren que hicieron juntos por Europa Central. La nota lo explica:

El trayecto París-Praga se convirtió en un enorme placer gracias precisamente a Cortázar, que a una pregunta "casual" de Fuentes contestó con una "cátedra deslumbrante" que duró varias horas, recuerda García Márquez en el prólogo de un libro recién publicado por el Fondo de Cultura Económico (FCE) y reseñado por la agencia española EFE. Sin embargo, la anécdota completa ya había sido editada en 1992 en el Manual de Cronopios, de Francisco Uriz."Viajábamos en tren desde París (a Praga) porque los tres éramos solidarios en nuestro miedo al avión", cuenta García Márquez.Según "Gabo", en aquel trayecto, en el que atravesaron la entonces dividida Alemania, llegó un momento en que habían "hablado de todo".Entonces Carlos Fuentes quiso saber "en qué momento y por iniciativa de quién se había introducido el piano en la orquesta de jazz", y así se lo preguntó al autor argentino."La pregunta era casual y no pretendía conocer nada más que una fecha y un nombre, pero la respuesta fue una cátedra deslumbrante que se prolongó hasta el amanecer, entre enormes vasos de cerveza y salchichas con papas heladas", agregó el autor de Cien años de soledad."Cortázar, que sabía medir muy bien sus palabras, nos hizo una recomposición histórica y estética con una versación y una sencillez apenas creíble, que culminó con las primeras luces en una apología homérica de Thelonious Monk" (1917-1982), el célebre pianista y compositor estadounidense."No solo hablaba (Cortázar) con una profunda voz de órgano de erres arrastradas, sino también con sus manos de huesos grandes, como no recuerdo otras más expresivas", agrega García Márquez.

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