Ernesto Cardenal (Nicaragüa, 1925)
Como era de esperarse, por parte de un presidente autoritario, Daniel Ortega respondió ante las críticas que le hizo Ernesto Cardenal . El criticar su manejo del gobierno y llamarlo "falso sandinismo" fue suficiente para que D. Ortega despotrique contra el poeta, reabriendo un caso penal en el que Cardenal estuvo involucrado y haciendo que se le condene por este mismo. Cardenal denunció hace unos días ante una comisión de derechos humanos ser víctima de acoso, tras ser condenado por un delito de injurias que, según dijo, es "una venganza" del presidente Daniel Ortega. Como era de esperarse, escritores y artistas han repudiado actitud del presidente Ortega contra Cardenal (como el Nobel José Saramago ). Hoy en El Dominical, José Miguel Oviedo ha hecho la síntesis de la "injusticia poética". La nota lo explica:
El poeta fue invitado a la inauguración de Fernando Lugo, sacerdote de izquierda, como nuevo presidente de Paraguay. Las contradicciones se agudizan más si se tiene presente que, antes, Lugo había sido invitado a Nicaragua por Ortega, a quien le ofreció una vociferante adhesión; ésa es una de las varias razones por las cuales no siento la menor simpatía por él. En Paraguay, Cardenal hizo duras críticas a Ortega y su esposa Rosario Murillo (que alguna vez fue poeta). Eso irritó a la pareja presidencial que respondió desempolvando un viejo expediente criminal por injurias que se le siguió a Cardenal y logró que lo sentenciaran a pagar 20 mil córdobas de multa o ir a la cárcel. El poeta ya ha declarado que no pagará esa suma y que está dispuesto a sufrir prisión. La decisión judicial es una revocatoria -ilegal, por ser ya cosa juzgada- de un fallo anterior que absolvió a Cardenal por considerar la demanda del todo infundada. La respectiva historia legal es larga y enredada. Baste decir aquí que fue iniciada por un ciudadano de origen alemán que tenía arrendado un hotel que, como otros bienes de la comunidad de Solentiname, estaba registrado a nombre de una fundación sin fines de lucro; el poeta naturalmente se opuso a los planes de esa persona para que el hotel pasase a sus manos. Todo esto, en el fondo, prueba cuán frágil es el sistema judicial nicaragüense ante la presión y los intereses de los poderosos. Así se explica por qué la acción legal interpuesta contra Ortega por repetidas y probadas violaciones a su hijastra Zoila América Narváez fue desechada; es él, no Cardenal, quien debería estar en la cárcel. La amenaza pendiente sobre el poeta ha provocado escándalo y una ola de protestas, aun de los intelectuales más radicales de todas partes, desde José Saramago a Eduardo Galeano y Mario Benedetti, lo que ahonda el cisma ideológico al que antes hice mención. Aunque no comparto todos los aspectos de la posición política de Cardenal, el simple hecho de que sea una víctima de persecución por Ortega me mueve a ponerme de su lado en estas circunstancias: se trata de una flagrante injusticia.
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