03 julio, 2008

Feliz cumple Kafka

Franz Kafka (1883 - 1924)


Hoy se celebran 125 años del nacimiento del gran Franz Kafka, y ayer El Comercio en su sección Luces, rindió un merecido homenaje al genio entre las sombras . Aquí un extracto de la nota:

El sosiego no formaba parte de Kafka. "Los lectores de literatura cómoda no la tienen fácil con Kafka", afirma el especialista y editor Klaus Wagenbach, para quien sentirse a gusto no tiene por qué ser tarea de la literatura. Eso mismo pensaba Kafka. "Si el libro que leemos no nos despierta con un puñetazo en la cabeza, ¿para qué lo leemos? (...) Un libro debe ser el hacha para el mar congelado en nosotros", escribió en una carta. Y Kafka nos dejó muchas hachas. "La metamorfosis", por ejemplo, en la que Gregorio Samsa se despierta convertido en un insecto. O "La condena", escrito en una sola noche, en la que un padre sentencia a su hijo a morir ahogado. Kafka inventó al mono que relata su conversión en humano. Y escribió historias breves, comprimidas y que sacuden al lector, como la frase: "Una jaula salió en busca de un pájaro". La vida de Franz Kafka, el hijo mayor de una familia de comerciantes judíos, estuvo marcada por el negocio familiar, en el que se vendían paraguas, bastones, guantes y otros productos galantes. Les dio para vivir y ascender socialmente. Pero Kafka se sentía atrapado en esa vida. Su cama y su escritorio estaban en una habitación de paso entre la sala y la habitación de sus padres. Sus tres hermanas compartían otra habitación. (...) Tuvo dos vidas: de 8 a.m. a 2 p.m. se ocupaba de accidentes de trabajo en fábricas y en las formas de evitarlos. Promovió el uso de tornos redondos en las máquinas de carpintería en vez de los peligrosos de cuatro cantos y luchó con los dueños de las fábricas que no cumplían con las condiciones de la aseguradora. Y en la noche, cuando la casa por fin estaba en calma, escribía sus historias. (...) Kafka no estaba alejado del mundo. Sabía cómo vivían los obreros y relata en su diario las condiciones de su cuñado en una fábrica de asbesto en la que participaba por una inversión de su padre. Su literatura se alimenta de la realidad, pero se libera de lo cotidiano. Habla de problemas atemporales: las dudas sobre uno mismo, la angustia, el miedo de no vivir la vida. (...) En 1917 enfermó de tuberculosis y en 1922 ya no podía trabajar y fue jubilado. Se mudó a Berlín y vivió con su último amor, Dora Diamant, hasta que tuvo que ser ingresado en el hospital. Murió el 3 de junio de 1924 en Kierling, cerca de Viena.
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Por otro lado, hoy, la Revista Ñ informa acerca de la exposición permanente "La ciudad de Franz K. y Praga". A propósito de las celebraciones por los 125 años del nacimiento del escritor checo.

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