03 julio, 2008

El teniente de Inishmore en La Plaza ISIL

Fuente: blogs.elcomercio

Completamente divertida y estremecedora, así podría definirse la obra que hasta el 1 de julio se pudo presenciar en el Teatro La Plaza ISIL. Estuve a punto de perdérmela, suerte que no fue así, pues, entre lo, a veces, irreal de los parlamentos y movimientos de los personajes, uno descubre que las acciones humanas pueden llegar a verse de esa forma: entupidamente risibles. El teatro La Plaza ISIL, en el marco de las celebraciones de los 25 años del Instituto San Ignacio, trajo a las tablas limeñas, bajo la dirección de Juan Carlos Fisher la comedia negra El teniente de Inishmore, del dramaturgo inglés Martin McDonagh.
La advertencia estuvo dada: Esta obra puede herir susceptibilidades. Nada más cierto. Ya que el reírse con cada diálogo puede hasta dañarnos.
Quien no supo o tenía noción de lo que es el humor negro, llegó –como en mi caso- a comprender que las intervenciones acaso entupidas, no eran sino, un medio para el cumplimiento del objetivo central: divertir. Es una comedia, sea la que fuere su especie, esa es su función. Pero a su vez, también es la reflejar una sociedad con seres trastocados, irreverentes, absurdos. El teniente de Inishmore (1996 pero estrenada en el 2001), forma parte de la Trilogía de las Islas Aran. Las otras dos son: El lisiado de Inishmaan (1996) y Los espíritus malignos de Inisheen (1997, aún sin publicar).
Del autor se dice que “a pesar de que aún no se sabe si en realidad le gusta el teatro, sólo necesitó ver nueve obras para poder escribir su primer texto La reina de belleza de Leenane (1996) que luego de estrenarse en el teatro Fruid de Galway se presentó en Londres en el teatro Royal Court. Por esta obra, escrita en menos de diez días, recibió media docena de premios en Inglaterra y cuatro Premios Tony. El no saber las limitaciones de la forma te ayuda a poder quebrarlas dice McDonagh”.
El inglés, hijo de inmigrantes irlandeses, pasó todas sus vacaciones de colegio en la costa oeste de Irlanda, donde se relacionó con la cultura y el lenguaje de esa región. “La Irlanda que yo conozco es la del oeste, dice McDonagh. Nunca he estado muy interesado en Dublín, mi instinto natural está al otro lado –con la gente que cae por las grietas. Me parece que e s más interesante empezar por el lado más oscuro y ver hacia dónde te lleva.”
Ha escrito siete obras de teatro, consideradas dentro de la corriente de teatro In-Yer-Face, que combinan energía maniaca y violencia física de tal forma que resulta divertidas y chocantes. El humor negro a su máxima expresión. Un dato más: “sus influencias no son dramaturgos clásicos sino directores de cine como Tarantino, Scorsese, Lynch y Malick, y grupos de música como Nirvana o los Sex Pistols.”
McDonagh comentó en una entrevista al diario inglés The Independet que “la obra nació como reacción al bombardeo de Warrington*. Inicialmente vino de mi rabia ante ese tipo de estupidez, pero usándola de una forma creativa. Nunca antes me había sentido inclinado hacia las obras políticas, así que decidí combinar diferentes elementos de las bunas historias y la comedia. Pero no le puedes quitar las dimensiones políticas.” Y al respecto sobre las críticas a su obra, por la excesiva violencia que se muestra él respondió: “La obra fue siempre lo máximo a lo que pensaba llevar los extremos de la violencia y el humor más estúpido. El balance es lo importante. Si sólo fuera puro “gore”, sería asqueroso, pero tener humor más estúpido es lo que logra que crispe los nervios y vuelve todo más interesante. Si tu obra es agresiva contra la violencia estúpida, va a ser eterna”
La obra, tuvo un desarrollo parejo, la oscuridad entre escena y escena, sirve para crear un nuevo ambiente sinsentido, donde los comentarios siempre iban a quedar fuera de lugar, para aquel que buscara lógica en una obra que no la tiene.
La historia del despiadado Padriac (Rodrigo Sánchez Patiño), teniente del Ejercito Nacional por la Liberación de Irlanda, es simple. Han matado a su gato, Tomasín, y debe matar a los culpables. Padriac tiene un padre, Donny (Alfonso Santistevan), otro de esos que reflejan lo absurdo de aquel mundo.
La actuación de Alfonso Santistevan (Donny) es para resaltar. La inmutabilidad de expresiones que llegó a lograr fue estupenda. La casa de Donny, con todos dentro, es el escenario final para todos, inclusive para los gatos: El señor Rodolfo y el gato negro.
El tamborilero inicial, que entró en cada apagón de las luces, finaliza presentándonos a Donny y a Davey (Rómulo Assereto) en la cocina del primero. En la mesa, un gato negro, ¿Tomasín?; con medio cerebro perdido. Ambos se mierdean sin razón. Donny culpa a Davey y este le dice que sólo lo hallo en su camino, mientras descendía con su bicicleta –de niña y rosada- por la colina. Davey maldice su suerte. Donny se lamenta pues no era su gato, era el de su hijo revolucionario –asesino desquiciado- Padriac.
Padriac ama a su gato, lo tiene desde niño, es “su mundo”. Donny hace confesar a Davey que el había sido quien mató al gato, aunque no haya sido.
Sigo con Donny, pues es el más impávido con todos los acontecimientos que sucederán luego, sólo hasta el final se le notará “triste y enojado”, aunque sólo por instantes.
Davey, joven de cabellos de gay, es un niño crecido. Estúpido pero noble, que sólo llega a mostrar su cólera contra una de las personas que más lo atormentaba: Mairead (Gisela Ponce de León), su hermana.
Ella desea desde los 11 años seguir a Padriac, ahora ya tiene 16, cabello corto y los labios pintados. Con su rifle, se dedicaba a dejar tuertas a vacas, con el fin de romper el mercado del comercio de carne. Es una inocente sin guía, sin maestro. Sólo al reencontrarse con Padriac delimita su razón de ser.
A Padriac lo buscan un trío que me recuerdan a los tres chiflados: Christy (Mario Velásquez), el tuerto; Brendan (Gerardo García), quien corrige a Christy cuando dice una frase y se la adjudica a otra persona, pero sin saber quién realmente la dijo; y Joel (Daniel Neuman), el también sensible amante de los gatos.
El trío mató a ¿Tomasín? para traer de regreso a Padriac desde el norte. Este último, se hallaba quitándole las uñas y apunto de cortarle una tetilla a James (Laszlo Kovacs), vendedor de drogas, cuando su padre lo llamó contándole que Tomasín estaba enfermo, “nada grave”. Padriac entonces decide dejar libre a James, a fin de regresar a su casa a cuidar a su amado gato.
Donny y Davey representan el clímax del sinsentido. Davey maquina su irá contra su hermana, cuando captura al gato de ésta, para reemplazarlo por Tomasín. Sólo que hay un pequeño detalle, El señor Rodolfo, gato de Mairead, es anaranjado, y Tomasín, negro.
La dupla se da a la tarea de barnizar de betún al pobre gato. Se quedan dormidos, ebrios por el tentador olor y sabor del betún, a la espera del amanecer para darle los últimos toques al gato ex anaranjado.
Davey, tiene cerebro de ninja, y promete levantar a Donny a las 9, antes de que llegue Padriac. Este llega y ve a la dupla completamente dormida, al gato aún no negro del todo, y estalla la sangre.
El señor Rodolfo muere a manos de Padriac, y los que seguirían eran Donny y Davey. Los salvan el trío que desea matar a Padriac. Pero este es salvado por la buena puntería de Mairead, que deja ciegos a los tres, y así, Padriac los puede finar sin ningún problema.
Antes de morir, Christy confiesa que ellos fueron quienes mataron a Tomasín, para que Padriac retornara a Inishmore.
Donny y Davey se ven salvados, pero esclavizados a cercenar cada uno de los tres cuerpos muertos y desparramados en la casa del primero.
Mientras que se cortan brazos y cabezas, los diálogos surgen irónicos e irreales. Acaso lo más lógico, es lo que le dice Padriac a su padre: “corta entre las vértebras, así es más fácil”. De esta forma el padre puede arrancar la cabeza de Joel con facilidad.
Padriac, con gato en mano, solloza por el felino decapitado. Ahora Mairead es su futura esposa. Será un noviazgo largo, dice Donny, al saber que se casarán cuando liberen a Irlanda del yugo Inglés.
Mairead lamenta no haber podido despedirse de su gato, El señor Rodolfo, pues pronto partirá junto a Padriac hacia el norte. Como su vestido blanco estaba lleno de sangre, ella decide ir a lavarse. En el camino, halla el cadáver perforado de balas de El señor Rodolfo.
Mira, ambos con un gato muerto, dice Padriac a Mairead. Ella canta, canta esa canción del soldado revolucionario, mientras abraza por detrás a Padriac que permanecía sentado, toma las armas de este y le vuela los sesos.
Ella le ordena a Donny y Davey cercenar también ese cuerpo, Donny se niega a cortar a su propio hijo, y Davey se queja de que le dejen todo el trabajo a él. Intercambian cuerpos y Davey se encarga de Padriac.
Ahora Mairead es la única teniente del I.N.L.A (en inglés), la única integrante. Todos están muertos, dice Donny.
Mairead parte y deja a la dupla inicial con todos los cuerpos por cortar, mientras por un agujero de la pared, ingresa un gato negro, Tomasín, que “había salido a buscar gatitas”.
La obra sirve como excusa para ver hacia adentro de nosotros. Vía las risas negras de lo absurdo, apreciamos esa caricatura del fanatismo insalubre, inhumano y siempre estúpido. Acaso, la obra no es una parodia sino un retrato de aquellos que ven a la violencia como una sublime forma de avalar sus irracionales e incompresibles ideas, que dejan sólo tras el cumplimiento de las mismas, un sendero de sangre por limpiar.
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* El 20 de marzo de 1993, el I.R.A. hizo explotar dos bombas en el centro del pueblo de Warrington. La explosión mató a dos niños. La muerte de os menores, generó la condena general de la organización responsable.


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