El fin de semana, Babelia publicó una serie de artículos y una entrevista a María Kodama (Argentina, 1937), a propósito de cumplirse 25 años de la muerte de Jorge Luis Borges.
En la entrevista, Kodama evoca aquel viaje que hicieran en globo. Y de cómo él veía a través de los ojos de ella. Así, recuerda al hombre al que vivió ligada casi desde que lo conoció, a los 12 años, cuando fue a escucharle dar una conferencia. Además, devela al Borges de la intimidad y confiesa la fascinación de él por la obra de Dante. Aquí algunas preguntas:
PREGUNTA. Veinticinco años desde que acabó el viaje físico, la cercanía con Borges. ¿Qué supone para usted este viaje?
RESPUESTA. Borges entró en el gran mar, como llamaban a la muerte los florentinos. Lo que él me dio fue algo muy importante para una persona como yo, que era muy, muy tímida. Asistí a una conferencia. Yo tenía 12 años y la sala estaba colmada de gente. Vi a este señor que entraba y sentí que era tanto o más tímido que yo y ahí pensé que yo podía acercarme, aprender, él me podría enseñar... Pensé: "Si este señor puede hablar delante de toda esta gente yo también voy a poder dar un día una clase". Lo que me dio, y me siguió dando, fue la convicción de que era posible realizar mi vocación, enseñar, hacer lo que verdaderamente quería hacer.
P. Ese viaje ha seguido después de su muerte. Pero, ¿cómo fue en vida?
R. Fui descubriendo su pasión por la literatura, su pasión por los idiomas, que compartíamos... Y fue maravilloso compartir también la pasión por las artes... Él decía que mi padre me había educado para él, porque me había llevado a los museos, me regalaba libros de arte apenas tuve uso de razón... Y Borges conocía bien los museos desde los tiempos en que estuvo en Europa. Él y yo rehicimos ese larguísimo viaje que en realidad fue nuestra vida alrededor del mundo, yendo a los lugares donde él había estado antes, ante los cuadros que él recordaba, rememorando escenas de obras que él había visto... Era maravilloso redescubrir su mundo, hacerlo mío mientras hacíamos este largo viaje que fue la vida con él.
P. Usted fue los ojos de Borges para la literatura.
R. Estudiamos primero anglosajón, después empecé a leerle en inglés y luego él me enseño a pronunciar en alemán para poder leerle en esa lengua. Por la mañana, Borges dictaba a la persona que llegaba, un periodista o un estudiante, y por la tarde él y yo releíamos eso que él había dictado. Él lo iba puliendo, era un fascinante proceso que cada día fue más acentuado, más productivo, más cercano.
P. Ese viaje en globo. ¿Cómo asumía él esa aventura intensa pero paradójica?
R. Con entusiasmo... Un día yo estaba buscando otra cosa en una guía telefónica y encontré una entrada que decía: "Viajes en globo. Compañías". Se lo comenté e inmediatamente él evocó a Julio Verne. Su imaginación era su mirada, sus ojos, las lecturas que había tenido eran sus ojos, su forma de ver era su manera de haber leído... Así que un viaje en globo entonces no era paradójico, no, era su modo de cumplir sueños.
P. ¿Hubo algún límite a su curiosidad?
R. No. Yo jamás lo consideré a él una persona muy mayor o una persona que no veía, es decir, ciega; para mí justamente era lo contrario. Cuando yo tenía 16 años, él tenía 18 para mí: Borges era la compañía para la diversión, para la aventura. Era totalmente diferente a esa imagen que han dado siempre de él. También podía dar esa imagen que se tiene de él cuando está en público, con otros, pero Borges era verdaderamente otro cuando estaba en la intimidad.
(...)
P. Usted decía que es la mitad de su alma. ¿Y cómo era el alma de Borges? ¿Cómo era Borges?
P. Pues era divino porque estaba lleno de sentido del humor, era irónico, leíamos mucho, paseábamos y era una persona que estaba siempre dispuesta, de una humildad absoluta, los chóferes de taxi en Buenos Aires lo adoraban porque subía al taxi y les preguntaba: ¿la vida está cara?, por la familia, ¿cuántos hijos tiene?... Era una persona que entablaba fácil relación con la gente y esa era una relación desde un punto de vista digamos humano, muy lindo y de una humildad extraordinaria.
P. ¿Usted tiene la impresión de que Borges sigue siendo en parte un desconocido?
R. Él es conocido como si fuera un icono. Él decía: "A mí me conoce todo el mundo por las entrevistas, por lo que digo, por las polémicas que despierto, pero mi obra no la leen". Y, en general, el hecho de que hayan creído que ese poema Instantes es de Borges, ya eso demuestra que no han leído ni una línea de él. Pero al mismo tiempo hay todo un nivel de gente que estudia literatura, que ha leído toda su vida y que tiene un real entusiasmo en la obra de Borges. Lo que sucede también es que no hay un criterio para hacer que los chicos entren en su lectura, entonces eligen obras que son espléndidas, pero que como estilo y vocabulario no pueden estar al nivel de chicos que tienen 14 años y nunca han leído.
Los artículos:
-Borges en el corazón: Una estupenda crónica de una entrevista a Borges, ya ciego, y donde afirma "Ahora, todo el mundo está en mi interior".
-Pasos que se esfuman en Buenos Aires: Un paseo literario por las casas, librerías, bibliotecas y calles que habitó el escritor. Pueden encontrarse placas, recuerdos, o, como en su casa natal, nada.
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