23 enero, 2009

Veinte años sin Dalí (y Dalí en Lima)


"Yo soy el surrealismo", solía decir. Aparte de genial, egocéntrico, excéntrico, rebelde y gran provocador, marketero. Dalí, que en vida disfrutó de las mieles del éxito, fue uno de los artistas más sobresalientes del siglo XX. Sus pinturas y esculturas se vendieron como pan caliente y esto fue gracias -en gran medida- a su muy buen uso de las relaciones comerciales. Dalí intentó y consiguió con gran éxito no pasar nunca inadvertido. Por ello, hoy, que se cumplen dos décadas de su muerte, se le recuerda como el gran artista que fue. Y nosotros, todavia tenemos la suerte de apreciar algo de su arte, pues aún sigue la muestra "Del mito al arte" en el Museo de Arte Italiano (Va hasta este 25 y no se pueden perder de ver: El gabinete antropomórfico, La venus espacial, Denaide, Unicornio y sus relojes blandos). La nota lo explica:

Tenía 84 años y formaba ya parte de la historia universal cuando la mañana del 23 de enero de 1989 falleció en el hospital de Figueres, en el noreste de España, tras varios días de agonía. Una insuficiencia cardiaca aguda se le había agravado con una pulmonía que, a su vez, le provocó una inflamación pulmonar.Atrás quedó la vida de quien unos consideraron un genio y otros un gran artista estrafalario. Pero 20 años después, su legado y su recuerdo se mantienen, gracias entre otros a la Fundación Gala Salvador-Dalí, impulsada por él mismo, y varios museos: la Casa-Museo en Port Lligat; el Teatro-Museo de Figueres, donde está enterrado, y la Casa-Museo Castillo Gala Dalí, en Púbol, donde el artista se encerró tras la muerte de su musa y compañera, en 1982, siete años antes que él.Con motivo del aniversario de su desaparición, hasta el 18 de marzo el Museo Dalí de Figueres expone la obra más emblemática y famosa del artista catalán: La persistencia de la memoria, pintada en 1931, cuando sólo tenía 27 años. Popularmente conocido como "Los relojes blandos", el cuadro en el que esos objetos parecen derretirse ha sido cedido temporalmente por el MoMA de Nueva York."¿Por qué los relojes blandos?", le preguntaron una vez a Dalí sobre esa obra, ícono del surrealismo. "Lo importante no es que sean blandos o duros, sino que marquen la hora exacta", respondió. Nuevos títulos en las librerías recuerdan estos días al pintor, entre ellos ¿Por qué se ataca a la Gioconda?, una recopilación de textos que escribió entre 1927 y 1978 y que publicó en la revista francesa "Oui". La misma editorial, Siruela (que en Argentina distribuye Riverside), ha sacado también al mercado otras dos obras en homenaje: El camino de Dalí, de Ignacio Gómez de Liaño, y El fenómeno del éxtasis, de Juan José Lahuerta. Nacido el 11 de mayo de 1904 en Figueres, Dalí nunca fue un niño normal. "Cuando tenía seis años quería ser cocinero y a los siete, Napoleón. Desde entonces mi ambición ha ido aumentando sin parar", escribió en el prólogo de Vida secreta. La muerte de un hermano al que nunca conoció y que llevó su mismo nombre hizo que sus padres lo educasen como un niño mimado, consintiéndole todos sus caprichos y volcando en él sus afectos de forma compulsiva. Descubrió la pintura casi por casualidad, en una finca de una familia amiga durante una convalecencia. Comenzó a pintar, sin técnica alguna, óleos y acuarelas que sorprendieron a los primeros que las vieron. Su carácter rebelde le valió ser expulsado de todos los centros de enseñanza en los que se matriculó, entre ellos la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, en Madrid, cuyo ingreso le había puesto su padre como condición para permitirle ser pintor. Su estancia en la capital marcó su vida. Allí experimentó con el cubismo y el dadaísmo y conoció al poeta Federico García Lorca y al director de cine Luis Buñuel, de los que se hizo íntimo amigo en la Residencia de Estudiantes. Junto a Buñuel fue autor de los films surrealistas El perro andaluz y La edad de oro.Y es que Dalí no sólo se dedicó a la pintura. Su obra abarca también el cine, la escultura, el diseño y la escritura.Su primera exposición individual de pintura fue en 1925 en Barcelona e hizo que dos grandes, Pablo Ruiz Picasso y Joan Miró, se fijasen en él. Un año después, Dalí conoció a Picasso en París. "El arte somos Picasso y yo", llegó a manifestar, egocéntrico. De pelo largo y patillas, vestido con abrigo, medias y pantalones bombachos, la imagen estrambótica de Dalí es mundialmente conocida. "Sabía venderse mejor a sí mismo que a su obra. Fue un ícono de la cultura de masas", según Javier Pérez Andújar, uno de sus biógrafos. "Era un gran pintor, pero no un genio" y acabó convirtiéndose en un "showman obsesionado", opina por su parte el hispanista irlandés Ian Gibson. Tras su paso por París, donde se integró en el círculo surrealista, y ya casado con Gala, la musa y compañera con la que estuvo hasta su muerte pese a infidelidades por ambas partes y a estrambóticas manías de ambos, Dalí se estableció en Estados Unidos, impulsado a dejar Francia en 1940 por el avance de las tropas alemanas. Regresó a España ocho años después. Anticomunista radical pese a que en su juventud se movió en el círculo de la izquierda, algunos lo acusaron de derechismo. No obstante, hay expertos que destacan que más que derechista fue un oportunista que consiguió así que el dictador Francisco Franco le dejara trabajar en paz. Otra sombra que rodea su figura es su atracción desmesurada por el dinero. De hecho, sus últimos años estuvieron más marcados por la comercialización de su obra que por la novedad de la misma. Los objetos dalinianos se convirtieron en un negocio mundial. Y también las falsificaciones. A él no sólo no le importaban éstas, sino que incluso las favoreció firmando hojas en blanco. Y es que, en la imitación de su obra veía una prueba de su grandeza.

Según informa hoy Revista Ñ, la Fundación Gala-Dalí descartó que vaya a conmemorar el 20 aniversario de la muerte del artista:

La Fundación Gala-Salvador Dalí no organizará ningún acto durante el 2009 para conmemorar el 20 aniversario de la muerte del pintor ampurdanés, que falleció el 23 de enero de 1989 en el Hospital Comarcal de Figueres (Girona). El gerente de esta institución, Joan Manel Sevillano, explicó a la agencia Europa Press que ya celebraron el centenario de su nacimiento y que los "ecos" de aquella efeméride todavía "persisten" en la actualidad.

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