André Coyné ingresando al C.C. Garcilaso. Tras él, Antonio Cisneros. Fuente: larepública
Ayer fuimos pocos los privilegiados en presenciar una conferencia magistral de uno de los peruanistas más respetados y valorados: André Coyné . La cita fue en el Centro Cultural Inca Garcilaso, un sala acogedora recibió al público que esperaba ansioso la maestro Coyné. Un calor inusual, mediodía y las palabras de Antonio Cisneros para presentar la conferencia: "Es un día precioso. Brilla el sol. Es insólito que a estas horas, del mediodía, hagamos una conferencia. Brillo del sol, pero también brilla André Coyné, antiguo amigo del Perú y de la poesía peruana". Así inició la conferencia.
Coyné empezó su intervención, con voz raspada y grave, diciendo: "Un viejo peruano es quien les habla. Digo peruano porque estoy ligado a este país hace más de cincuenta años. En mi primer viaje vine por nueve meses y me quedé nueve años". Desde ese momento el silencio fue un espectador más y todos querían saber algo más de Georgette y Vallejo, quienes se casaron en 1934.
Refirió el primer encuentro entre Vallejo y Georgette: ella era una quinceañera que miraba por la ventana, y veía a dos hombres hablar moviendo las manos. Le pareció que eran dos mudos, hasta que un día se encontró con un de ellos. Este la saludó y la joven Georgette corrió hasta donde su mamá y le dijo: "¡¡Mamá, el mudo de enfrente habla!!" (risas). El supuesto mudo era Vallejo, quien era vecino de Georgette en París.
Otra anéctoda que contó Coyné, tuvo lugar aquí en el Perú, en un hotel de Huancayo. Resulta que cuando se retiraban del hotel, el cuartelero se les acercó rogandoles que devuelvan una frazada. Todos negaron la tenencia de la misma, entre ellos Georgette, pero "a presión nuestra –sonrió Coyné–, Georgette abrió su maleta y lo primero que apareció fue la frazada". (Risas).
Otra característica de Georgette, que subrayó Coyné fue que ella "tenía vocación de viuda. Se creía predestinada a ser viuda", (risas). A tal punto llevó esto último que "Georgette –comentó Coyné– hizo su vestido de viuda antes de ser viuda". Y cuando falleció Vallejo le dijo a Juan Larrea: "Juan, he esperado tanto tiempo este instante".
Aspectos anecdóticos y resaltantes de la vida de Georgette fueron los que compartió el maestro Coyné ayer. Pero, y respondiendo a la pregunta que le hice, lo que remarcó el peruanista fue que Georgette fue el amor verdadero de Vallejo, “la mujer de su destino”.
Esto lo comprueba el epitáfio en la tumba de Vallejo: "J´ai tant neige pourque tu dourmes" (Yo he nevado/ para que tú duermas), versos de la propia Georgette.
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Más:
-Hoy en La República, Pedro Escribano hace la crónica del evento.
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