12 febrero, 2009

Veinticinco años sin Cortázar

Fuente: revistañ


Hoy se cumplen 25 años de la partida de unos de los escritores más importantes de la literatura hispanoamericana y mundial: Julio Cortázar. Como anticipo a este acontecimiento, diversos suplementos culturales han destacado esta fecha, pues la persona de quien se habla es por mucho, uno de los escritores con mayor vigencia de las letras españolas. Por mi parte, recordar a Cortázar es leerlo y adentrarse a esos mundos cotidianos donde luego de una coma o un punto seguido, somos sumergidos en otro mundo, en uno más fantástico. Revista Ñ ha sido uno de los suplementos y ha colgado, en su web, el siguiente artículo: Cortázar: La aventura de transformar la vida en un cuento fantástico:

A veinticinco años de su muerte, hay por lo menos tres grandes campos donde se deben reconocer las mayores innovaciones producidas por Cortázar. Tienen que ver con los cambios, tal vez estructurales, que introdujo en el relato fantástico; con los elementos del sistema narrativo, y con sus ideas, realmente particulares, sobre la función de la lectura y del objeto libro. Respecto de los primeros, se presenta la tan debatida cuestión de la existencia, a lo largo de su vida de escritor, de "uno" o de "dos" Cortázar. La de una persistencia y una fidelidad primordiales a sus tempranos amores estéticos y literarios o, por el contrario, la de un abandono de los horizontes de la belleza artística en aras de compromisos políticos y sociales a los que habría advenido tardíamente. Pero la unidad de su obra cuentística desmiente esta versión. Ya desde sus primeros relatos, los contextos domésticos y cotidianos, así como los sociales y políticos, son fácilmente perceptibles en sus cuentos fantásticos sin que ellos (y he aquí una de sus grandes singularidades) dejen de ser fantásticos. Textos como "Casa tomada", "Omnibus" (con las oposiciones Chacarita-Recoleta, mayorías-minorías), "Las puertas del cielo", "Bestiario", "Las ménades", dan cuenta de nuevos fenómenos colectivos y de nuevas fuerzas sociales --la invasión de "los cabecitas negras" al coto cerrado de la clase media porteña-- que lo irritarían hasta el punto de pintarlos (luego habría de arrepentirse públicamente) con los trazos más oscuros y caricaturescos. Lo fantástico es, para él, algo que está en la realidad, una inquietud que surge, como lo puso el mismo, "en un plano que yo clasificaría de ordinario", en sus "intersticios", y que una mirada educada por el racionalismo, "por el optimismo filosófico y científico del siglo XVIII", no nos permitiría ver. Por eso, cada vez que habla del realismo le añade un adjetivo: "ingenuo", "falso". Con Cortázar, por primera vez en la literatura rioplatense, se hace partir lo fantástico de situaciones domésticas, cotidianas, naturales; va brotando casi imperceptible, subrepticiamente, de aquellos "intersticios", y termina abarcándolo todo: "Cartas de mamá", "Las babas del diablo", "Autopista del sur", otros relatos como los muy políticos (que nunca dejan de ser fantásticos) "Grafitti", "Alguien que anda por ahí", "Apocalipsis en Solentiname", y tantos cuentos en los que el paso de un nivel al otro es apenas visible. Así, Cortázar habría obrado, alterándola, en la estructura misma del género, que hizo de la inverosimilitud (fantástica), y de su alejamiento de la representación de lo real, sus piedras fundamentales. Respecto del segundo campo donde aportó innovaciones considerables, el de los elementos del sistema narrativo, Rayuela (1963) introdujo cambios en la serie literaria que no pueden desconocerse. Enlazó la novela con las revoluciones poéticas anteriores e hizo entrar, de un modo tan ostensible como provocativo, la renovación literaria en el texto de ficción.

El domingo último, Enrique Sánchez Hernani, en El Dominical, publicó su homenaje a Cortázar. Un cronopio llamado Cortázar :

Con su estampa de joven perpetuo y su flacura que se estiraba por sobre el común, Julio Cortázar albergaba el alma de un niño y una historia dedicada con ardor excluyente a la literatura. Sus propios colegas veían con admiración como este hombre alto y bueno parecía saberlo todo acerca de libros y de jazz. Gabriel García Márquez recordó alguna vez la impresión que le dio el escritor argentino: “Era el hombre más alto que se podía imaginar, con una cara de niño perverso dentro de un interminable abrigo negro que más bien parecía la sotana de un viudo, y tenía los ojos muy separados, como los de un novillo, y tan oblicuos y diáfanos que habrían podido ser los del diablo si no hubieran estado sometidos al dominio del corazón”. No se ha hecho mejor descripción de Cortázar.
La erudición del escritor provenía de un sobrehumano esfuerzo de lectura hecho durante su juventud y su primera madurez, cuando se empleaba como maestro de Literatura en Argentina y como becario después en París, dedicado a traducir la obra de Edgar Allan Poe junto a su mujer de entonces, Aurora Bernárdez. Cortázar leía y escribía con una devoción desmesurada y casi ni frecuentaba la calle. En Buenos Aires vivió en cuartos y pensiones solitarios dedicado a leer y de vez en cuando asistir a encuentros de box, deporte del cual era un apasionado. “Fueron mis años de mayor soledad —declaró en una entrevista de 1975—. Fui un erudito, toda mi información libresca fue de esos años. Vivía lo que leía, no vivía la vida. Leí millares de libros encerrado en la pensión”. En París, a donde llegó en 1951, hizo lo mismo, haciendo un doble sacrificio: para no trabajar en nada más que en su traducción y su labor literaria, vendió su colección de vinilos de jazz, que era abrumadora.

Y como anticipo a esta fecha, hace unas semanas salieron a la luz, gracias a que la primera esposa de Cortázar dio los derechos, tres cuentos inéditos que originalmente iban a formar parte de su libro Historias de Cronopios y de Famas. "Se trata de una tirada de apenas 100 ejemplares realizados artesanalmente, numerados y firmados por la ilustradora, el calígrafo y el editor. Los textos están presentados en tres carpetas con cubiertas en papel estampado a mano incluidas, a su vez, en un estuche entelado. Un objeto de arte único para cronopios coleccionistas y para cualquier fanático de la obra de Cortázar que pueda pagar lo que vale cada ejemplar: 260 euros. (vaya, vaya)". Tres textos inéditos de Cortázar en un libro de colección:

Tres nuevos cronopios

Almuerzos habla de una cierta incomunicación. Alguien acude al restaurante de los Cronopios y quiere pedir determinadas cosas, pero claro, el camarero tiene tantas especificaciones con respecto a esas cosas que termina frustrándose el almuerzo y, en cierta manera, puede ser una visión de un problema de incomunicación.

Never stop the press glosa la historia de un Fama, muy agobiado con su trabajo, y un Esperanza, que le da una resolución a su conflicto: "Cuánto sufro. Soy la víctima del trabajo, y aunque ejemplo de laboriosidad, mi vida es un martirio. Enterado de su congoja, una esperanza que trabajaba de mecanógrafo en el despacho del fama se permitió dirigirse al fama", se lee en un fragmento.

Vialidad plantea la incomunicación entre un Cronopio, que conduce temerariamente y no puede llegar a ponerse de acuerdo con el Policía que lo para. "Cómo que quién soy —escribe Cortázar—. No ve quién soy yo. Yo veo un uniforme de vigilante, explica el Cronopio muy afligido. Usted está dentro del uniforme pero el uniforme me dice quién es usted".

Y como dije arriba, la mejor forma de recordar a Cortázar es leyéndolo. Aquí les dejo el link para que lean algunos de sus cuentos en la web: pulsar aquí.

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