Fuente: revistañ
Un escritor como Mario Vargas Llosa, siempre -o generalmente- hace noticia, por sus declaraciones, por sus recientes publicaciones, etc. Volviendo a mi habitual ritmo de posteo, he reunido entrevistas y noticias, que por motivos de fuerza mayor, no he podido colgar "calientitas". Sin embargo, creo que no han perdido su valor y por ello hago este resumen. La primera, es decir la más reciente, es la que acaba de publicar Revista Ñ, a propósito de su libro "El viaje a la ficción". Onetti, la derrota con gloria:
Hay ensayos suyos sobre varios escritores: Joan Martorell, García Márquez, Gustave Flaubert, ahora Onetti. ¿Qué le aporta esta intromisión literaria y vital en otros escritores?
-Todos esos ensayos han nacido de mi entusiasmo de lector. No he escrito nunca ensayos literarios sobre autores que no me hubieran impresionado mucho, que no me hubieran provocado un gran placer, de los que no haya aprendido muchas cosas. Y desde luego es el caso de Onetti. Lo descubrí en los años 60, cuando todavía era muy difícil conseguir sus obras porque circulaban en ediciones pequeñas. Me acuerdo mucho de la lectura de los primeros cuentos de Onetti que me impresionaron tremendamente. Enseguida recurrí a amigos uruguayos, a Angel Rama a Carlos Martínez Moreno para que me ayudaran a encontrar más libros. Yo creo que él fue un cuentista extraordinario, que hay por lo menos una media docena de cuentos de Onetti que son verdaderas obras maestras. Siempre tenía la tentación de leer alguna vez todo Onetti de corrido, porque siempre pensé que es uno de esos autores que cuando se lo lee en conjunto las partes se enriquecen y el conjunto se enriquece con las partes. Y eso ocurrió gracias a un curso que dicté en Washington, un semestre, con un grupo de estudiantes, la mitad latinoamericanos y la mitad norteamericanos, que se entusiasmaron mucho con Onetti. Releí todo Onetti ahora sí de corrido, tomé muchas notas, me llené de fichas, y cuando terminé el curso me quedé con mucho material que, bueno, decidí convertirlo en este ensayo. Esa es la historia del libro.
-Usted dice que no se dedica a hacer ensayos sobre escritores que no lo hayan impresionado o que no le hayan aportado. En el caso de Onetti, ¿qué es lo que más lo ha impresionado?
-Varias cosas. Una, fundamental: creo, es uno de los primeros, sino el primer escritor de lengua española, en hacer una literatura absolutamente moderna, una narrativa moderna. Desde luego, está Borges, por ejemplo, que es un escritor absolutamente universal. Pero, para mí, antes que Onetti, no hay ninguno que utilice la técnica moderna narrativa como lo hace él, que además utiliza una prosa desligada de la prosa tradicional, convencional. Onetti inventa una prosa a partir de un lenguaje oral, una prosa que simula la oralidad. Y esto desde su primera novela, que hay que acordarse que es de los años 30 cuando lo que prevalecía tanto en España como en América Latina era una narrativa muy costumbrista, con ecos de la estética modernista. Entonces, hay una verdadera revolución en estos textos que escribe Onetti, que reflejan clarísimamente lecturas de los grandes narradores de su tiempo, desde Celine, Joyce..., después Faulkner, que tiene tanta influencia en él. Por otra parte, me impresiona mucho el mundo tan personal de Onetti; él crea un mundo de una gran autenticidad, desde luego sesgado hacia el pesimismo, hacia una visión muy negativa de la condición humana, de las relaciones humanas.
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La profunda huella que dejó William Faulkner (en Onetti)*
Sin la influencia de Faulkner no hubiera habido novela moderna en América Latina. Los mejores escritores lo leyeron y, como Carlos Fuentes y Juan Rulfo, Cortázar y Carpentier, Sabato y Roa Bastos, García Márquez y Onetti supieron sacar partido de sus enseñanzas, así como el propio Faulkner aprovechó la maestría técnica de James Joyce y las sutilezas de Henry James entre otros para construir su espléndida saga narrativa.No siempre los escritores tienen conciencia clara del proceso de apropiación que llevan a cabo con ciertos autores y libros; en algunos casos, la tienen y asimilan las lecciones del maestro con toda lucidez, en tanto que en otros no, y se sorprenden cuando los críticos señalan en su obra huellas de esos modelos.Onetti fue siempre muy consciente de su deuda con Faulkner, un autor cuya foto tuvo muchos años junto a su mesa de trabajo y sobre el que escribió varias veces, al que se refirió en muchas entrevistas y al que siguió releyendo toda su vida. Nunca disminuyó la admiración que profesaba a ese escritor del Sur Profundo, del que sabía y refería anécdotas y chismes de su biografía con cariño filial (aunque Faulkner fuera sólo dieciséis años mayor que él). Alguna vez dijo –el máximo elogio que haría de otro escritor–: "Con Faulkner y su novela 'Absalón, Absalón' me pasó algo extraordinario: la consideré tan buena que tuve días en los que me pareció inútil seguir escribiendo".Onetti contó que descubrió a Faulkner en Buenos Aires: "Una tarde, al salir de la oficina donde trabajaba, pasé por una librería y compré el último número de Sur, revista fundada y mantenida por Victoria Ocampo (...). Vuelvo atrás, recuerdo que abrí el ejemplar en la calle, encontré por primera vez en mi vida el nombre de William Faulkner. Había una presentación del escritor desconocido y un cuento mal traducido al castellano. Comencé a leerlo y seguí caminando, fuera del mundo de peatones y automóviles, hasta que decidí meterme en un café para terminar el cuento, felizmente olvidado de quienes me estaban esperando. Volví a leerlo y el embrujo aumentó. Aumentó, y todos los críticos coinciden en que aún dura". Este fue uno de los encuentros más fecundos en la historia de la literatura en lengua española. Onetti contó también que tradujo al español "para mi placer y sin cobrar nada" el cuento de Faulkner "Todos los pilotos muertos", una versión que no sé si llegó a publicarse (en todo caso no he podido dar con ella). En los artículos y notas periodísticas, así como en las entrevistas en que habló de Faulkner, reveló siempre un conocimiento profundo y detallado de sus libros, personajes y temas, y, por las críticas y burlas que deslizó sobre los errores de la traducción al español de sus novelas, mostró que lo había leído, releído y cotejado en distintos idiomas –inglés, español y francés– y que tenía siempre frescas en la memoria las pocas entrevistas en las que Faulkner se dignó a hablar de su vida.
*Extracto de El viaje a la ficción
El martes pasado, en Madrid, se presentó De Gabo a Mario, un nuevo libro acerca de la legendaria amistad entre Gabriel García Márquez y Mario Vargas Llosa, rota bruscamente por motivos aún desconocidos (por un gancho derecho creo, o quizá fue izquierdo). Los autores de la investigación, no obstante, reconocen que "mientras que ellos no digan lo que pasó" nadie podrá asegurar los motivos de su distanciamiento. De Gabo a Mario:
Los especialistas en Literatura y Filología Hispanoamericana Ana Gallego y Ángel Esteban trazan en De Gabo a Mario un retrato literario de los autores que iluminaron el "boom" de la literatura hispanoamericana."Nos interesaba bucear en esa amistad legendaria, que no surge con facilidad en el mundo de las letras, y en el hecho de que sólo durase una serie de años para cortarse bruscamente", explicó Ángel Esteban en una entrevista concedida a la agencia de noticias EFE.Fue hace más de treinta años, el 12 de febrero de 1976, cuando un puñetazo propinado supuestamente por Vargas Llosa a García Márquez puso punto y final a una de las amistades más fructíferas de la historia de la literatura, hecho que –de todos modos- nadie pudo jamás comprobar.Ambos biógrafos sostuvieron que la disputa fue originada por una "cuestión personal", que nadie conoce debido, recordaron, al pacto de silencio que ambos autores mantienen hasta el día de hoy. "Hemos consultado muchísimos documentos, pero mientras que ellos no digan lo que pasó nadie lo sabrá", aseguran a viva voz.Los autores se atreven a sugerir además que las "diferencias ideológicas" terminaron por minar la relación y condujeron a un distanciamiento paulatino, tras haber coincidido ambos durante los años setenta en Barcelona.
Como todos ya saben, El Comercio está sacando (bajo el sello Alfaguara, porsiacaso) la Biblioteca Mario Vargas Llosa. Quizá este iniciativa tiene un doble beneficio: hacer llegar a más lectores (los que no pueden comprar un original) las mejores novelas de Vargas Llosa a precios módicos y en tapa dura (¡Bien!) y el otro, quizá más subliminal, facturar ventas en tiempos en que la industria editorial está en declive. Sea por uno, por otro o por todos los motivos que haya, la iniciativa es buena. Por ello, el domingo pasado, se publicó una entrevista que VLL le dio a la periodista Mariella Balbi. Entre otras cosas, VLL aseveró que la huachafería está muy viva en el Perú (Como ejemplo puso, el uso de bermudas de los hombres)."El chisme es una pasión limeña":
¿Cuando escribe toma en cuenta al lector o lo obvia?
Creo que todos los escritores piensan en un lector. Te desdoblas para intentar ver cómo reacciona el lector frente a tu texto. Pero no por razones de éxito o fracaso, sino por razones de credibilidad. Si tú no eres capaz de creer lo que cuentas quiere decir que no estás en la buena línea, que tienes que rehacer, reescribir. Es la parte más fascinante porque es la parte más íntima del trabajo creativo.
Se pone en la piel del lector
Te duplicas, tú mismo eres el que escribe y el que lee, como si fueras un lector virgen
Un travestismo literarioExactamente, es una especie de travestismo. Es difícil explicar por qué, pero yo sé con precisión cuándo no acierto, cuándo aquello que estoy contando no debe ser narrado de esa manera porque no es creíble, porque hay algo que no funciona, un elemento de artificio, de falsedad, que se hace presente y que mata la ilusión. Eso es lo que no permite que viva una historia. Hasta que realmente siento que la ilusión está ahí, que esa es la manera de abordar esa situación. No es un conocimiento racional, es intuitivo.
Un travestismo literarioExactamente, es una especie de travestismo. Es difícil explicar por qué, pero yo sé con precisión cuándo no acierto, cuándo aquello que estoy contando no debe ser narrado de esa manera porque no es creíble, porque hay algo que no funciona, un elemento de artificio, de falsedad, que se hace presente y que mata la ilusión. Eso es lo que no permite que viva una historia. Hasta que realmente siento que la ilusión está ahí, que esa es la manera de abordar esa situación. No es un conocimiento racional, es intuitivo.
¿En sus novelas quiere dar algún mensaje o le importa un comino?
Un mensaje no, porque si quiero defender o criticar algo muy específico escribo un ensayo o un artículo. Cuando escribes una novela o teatro tratas de trascender la actualidad. Los grandes temas son inactuales y me interesan muchísimo la justicia, la injusticia, la incertidumbre sobre lo que es el hombre, el más allá, la condición humana. Cuando escribo una novela o una obra de teatro, al principio es para mí algo muy misterioso. No sé la historia que quiero contar, sé que tengo una inquietud, un desasosiego respecto de un personaje o de una situación. Pero es algo que no ha ocurrido de manera premeditada y que empieza a crear esa especie de ansiedad que me lleva a tomar notas, a hacer pequeños esquemas, pequeñas trayectorias sin estar seguro de qué voy a escribir. Hasta que de pronto todo eso empieza a ponerse en marcha y empiezo a escribir, pero sin saber al principio a dónde voy. Al inicio siempre voy a tientas. Con algunos libros me ha pasado que he trabajado uno o dos años sin tener claro cuál iba a ser la historia final. Eso me ocurrió con “Conversación en La Catedral”.
¿Y eso por qué?
Digamos que es mi manera de escribir. Todos los escritores encuentran su método.
La segunda parte de aquella entrevista fue publicada al día siguiente. Aquí, Balbi se anima a hacerle la pregunta que todos le quisieran hacer, pero que saben que le molestaría: ¿Le quita el sueño ganar el Premio Nobel? Nooo, no me quita el sueño en absoluto. "Soy un escritor, no un político"
¿Cuáles serían los libros que le gustarían que prevalecieran sobre los otros?
Pues “Conversación en La Catedral”, “La guerra del fin del mundo” y la novela que voy a escribir, sin duda, ja. Creo que desde el punto de vista psicológico es muy importante para un escritor estar convencido de que su mejor libro todavía está por escribirse.
¿Cuál es el argumento de su próxima novela?
Está inspirada en un personaje histórico, Robert Casement, un irlandés que fue cónsul británico en el Congo, donde vivió 20 años. Estuvo un año y medio en la Amazonía peruana en la época de oro del caucho. Hizo unas denuncias que tuvieron un enorme efecto en Europa y en EE.UU. sobre las atrocidades que se cometieron tanto en el Congo como con los nativos amazónicos. Consiguió que los gobiernos occidentales tomaran posición, sobre todo que la opinión pública se movilizara muchísimo contra estos abusos. Gracias a ello alcanzó una enorme popularidad como gran humanista, gran altruista y defensor de los derechos humanos. Durante la Primera Guerra Mundial fue descubierto contrabandeando armas alemanas para los nacionalistas irlandeses. Esto provocó un escándalo monumental en Inglaterra, él había recibido las más altas condecoraciones del imperio. Interesante, porque él pertenecía a una familia irlandesa pro británica y admiró el colonialismo como un gran movimiento civilizador. Y en el Congo, secretamente, cambió de piel ante los horrores que vio allí. Llegó a la conclusión de que todo era una gran mentira, que el colonialismo era una institución monstruosa que solamente había llevado dolor y explotación. Esto lo hace un personaje tan complejo y tan misterioso.
¿El cuento no lo atrapó?
Yo comencé escribiendo cuentos, lo que pasa es que los cuentos se me vuelven novela (ríe). “Pantaleón y las visitadoras” iba a ser un cuento y creció. En muchas de mis novelas utilizo relatos que pueden ser leídos independientemente.
¿Cree que los escritores peruanos están a la par de los de América Latina?
No hay que preocuparse de eso. Es muy malo utilizar la literatura como un pretexto para el patriotismo, es lo peor que podemos hacer. La literatura no es nacional, la verdadera trasciende las fronteras, ¿no? No hay nada más terrible que ser un buen escritor regional, ja, ja. Sí podemos decir, sin asomo de chauvinismo, que la literatura de nuestra lengua tiene hoy día un derecho de ciudad en el mundo que antes no tenía. Había autores aislados, pero hoy se sabe que América Latina, o si quieres la lengua española, quizá es más justo decir eso, produce escritores que pueden ser leídos en cualquier parte y que además no se trata de una cosa casual, ni generacional.
En la última edición de la Feria de libro de Trujillo, Vargas Llosa hizo un acto de desdoblamiento.En su intervención en la Feria, el Vargas Llosa periodista interrogó al Vargas Llosa escritor. Aquí algunas de esas preguntas y respuestas. Mario Vargas Llosa:
¿Cómo escribo?
Depende. Cuando escribo mis artículos, mi columna “La piedra de toque”, lo hago en forma diferente a cuando se trata de una novela. Trabajo una sola idea traída de la actualidad. Mientras que cuando escribo una novela lo hago en forma muy misteriosa, fuera de lo racional.
¿Cómo empezó? ¿Cómo surgió la idea de escribir esta historia?
Pues mire de una manera inesperada. Entre los escritores que admiro está el escritor polaco y a la vez ciudadano inglés, Joseph Konrad, quien escribió en inglés novelas marcadas de aventuras a fines del Siglo XIX y comienzos del Siglo XX. Leyendo una de las biografías de Konrad sobre su paso por Congo (África), conocí a Róger Casement. Congo fue la fuente de inspiración para que Konrad elabore una de sus novelas más hermosas: El corazón de las tinieblas. Konrad conoció pues en sus viajes como capitán de barco por el río del Congo que la población vivía un verdadero infierno sobre la tierra.
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