Fuente: Peru21
Hoy hubiera cumplido 80 años. Hoy quien fue excluido "injustamente" del festín del boom latinoamericano soplaría 80 velitas con esos pulmones ennegrecidos por su amado vicio. Sí, Julio Ramón Ribeyro, más presente ahora que ayer, es recordado por amigos y por apasionados lectores como uno de los mejores narradores que el siglo pasado dio. Actualmente, está abierta al público la muestra "Ribeyro: La palabra elocuente" para aquellos que deseen escudriñar un poco más en el mundo Ribeyriano. Además, ayer, en Perú21, se publicó una nota conmemorativa. Pero, a mi criterio, la mejor forma de recordar a un escritor es leyéndolo. Por ello, les dejo con uno de los mejores cuentos (para mí) de Ribeyro. El inicio: uno de los mejores de la literatura universal.
UNA AVENTURA NOCTURNA
Julio Ramón Ribeyro
A los cuarenta años, Arístides podía considerarse con toda razón como un hombre "excluido del festín de la vida". No tenía esposa ni querida, trabajaba en los sótanos del municipio anotando partidas del Registro Civil y vivía en un departamento minúsculo de la avenida Larco, lleno de ropa sucia, de muebles averiados y de fotografías de artistas prendidas a la pared con alfileres. Sus viejos amigos, ahora casados y prósperos, pasaban de largo en sus automóviles cuando él hacia la cola del ómnibus y si por casualidad se encontraban con él en algún lugar público, se limitaban a darle un rápido apretón de manos en el que se deslizaba cierta dosis de repugnancia. Porque Arístides no era solamente la imagen moral del fracaso sino el símbolo físico del abandono: andaba mal trajeado, se afeitaba sin cuidado y olía a comida barata, a fonda de mala muerte.
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