La aparición de versos inéditos de un joven Jorge Luis Borges fechados en 1923, el mismo año de la publicación de su primer poemario Fervor de Buenos Aires, son nada más que la punta del iceberg de un descubrimiento infinitamente más trascendente.Los textos fueron hallados por investigadores de la Biblioteca Nacional. Un notición. Encuentran un verso y varias anotaciones inéditas de Borges:
Este "ejercicio poético" del primer Borges no debería correr el foco del hallazgo de los investigadores de la Biblioteca Nacional, Laura Rosato y Germán Alvarez. Juntos rastrearon y estudiaron más de mil títulos con anotaciones de Borges, que el autor donó en 1973 y que permanecían perdidos y sin catalogar en la Biblioteca.
Se trata de una colección de casi mil títulos que Borges donó a la biblioteca en 1973 y que permanecía descatalogado desde el 11 de octubre de 1973, el día en que un Borges ya agotado por el cerco kafkiano de la gestión admistrativa y la presión de un nuevo gobierno peronista, que pedía su cabeza, se jubiló como director de la Biblioteca Nacional. Antes de irse con un escribano presente retiró todos sus libros de su despacho.
El dato no es menor. En 1971 un empleado administrativo, acaso para forzar la renunciar de Borges, acusó al autor de Ficciones de sustraer libros del patrimonio de la biblioteca. El día que se retiró de la gestión, Borges donó mil libros que consideraba "prescindibles para él y necesarios para la institución que dejaba con pesar", después de 18 años de gestión. Al instante, pasaron al olvido hasta 1992, cuando aparecieron algunos de los textos.
Desde entonces y con intermitencias por la turbulenta vida institucional del país y de la Biblioteca, la investigación continuó hasta saldarse en Borges, libros y lecturas, el libro de Rosato y Alvarez. El texto es un compendio de las lecturas de Borges, desde la Divina Comedia hasta Schopenhauer, que permite aventurar cómo Borges pensaba en la escritura mientras leía. "Es un calado negativo de la obra, que permite apreciar cómo Borges se apropiaba de las lecturas para reescribirla", explica Rosato a Clarín. El catálogo rastrea las anotaciones de Borges y las relaciona con la obra editada. Así, en la misma página de un libro del alemán Christian Wilhelm Franz Walch, Borges escribe el 11 de diciembre de 1923 el ejercicio poético como lo define Rosato que encabeza esta nota y, también, un índice tentativo de Inquisiciones, que publicaría en 1925. "En alguien que reescribía tanto podríamos dudar de la noción de inédito", termina Rosato, que no quiere tapar con la "aparición" de estos versos la noticia más importante. Por primera vez, la Biblioteca Nacional tiene una colección de libros anotados por Borges. Los títulos están disponibles para los investigadores, que ya no tienen que lidiar con coleccionistas para estudiar a Borges.
Este "ejercicio poético" del primer Borges no debería correr el foco del hallazgo de los investigadores de la Biblioteca Nacional, Laura Rosato y Germán Alvarez. Juntos rastrearon y estudiaron más de mil títulos con anotaciones de Borges, que el autor donó en 1973 y que permanecían perdidos y sin catalogar en la Biblioteca.
Se trata de una colección de casi mil títulos que Borges donó a la biblioteca en 1973 y que permanecía descatalogado desde el 11 de octubre de 1973, el día en que un Borges ya agotado por el cerco kafkiano de la gestión admistrativa y la presión de un nuevo gobierno peronista, que pedía su cabeza, se jubiló como director de la Biblioteca Nacional. Antes de irse con un escribano presente retiró todos sus libros de su despacho.
El dato no es menor. En 1971 un empleado administrativo, acaso para forzar la renunciar de Borges, acusó al autor de Ficciones de sustraer libros del patrimonio de la biblioteca. El día que se retiró de la gestión, Borges donó mil libros que consideraba "prescindibles para él y necesarios para la institución que dejaba con pesar", después de 18 años de gestión. Al instante, pasaron al olvido hasta 1992, cuando aparecieron algunos de los textos.
Desde entonces y con intermitencias por la turbulenta vida institucional del país y de la Biblioteca, la investigación continuó hasta saldarse en Borges, libros y lecturas, el libro de Rosato y Alvarez. El texto es un compendio de las lecturas de Borges, desde la Divina Comedia hasta Schopenhauer, que permite aventurar cómo Borges pensaba en la escritura mientras leía. "Es un calado negativo de la obra, que permite apreciar cómo Borges se apropiaba de las lecturas para reescribirla", explica Rosato a Clarín. El catálogo rastrea las anotaciones de Borges y las relaciona con la obra editada. Así, en la misma página de un libro del alemán Christian Wilhelm Franz Walch, Borges escribe el 11 de diciembre de 1923 el ejercicio poético como lo define Rosato que encabeza esta nota y, también, un índice tentativo de Inquisiciones, que publicaría en 1925. "En alguien que reescribía tanto podríamos dudar de la noción de inédito", termina Rosato, que no quiere tapar con la "aparición" de estos versos la noticia más importante. Por primera vez, la Biblioteca Nacional tiene una colección de libros anotados por Borges. Los títulos están disponibles para los investigadores, que ya no tienen que lidiar con coleccionistas para estudiar a Borges.
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