10 julio, 2008

Kafka preso en Israel

Max Brod (izquierda) conoció a Kafka (derecha) en octubre de 1902, cuando ambos estudiaban en la Universidad de Praga. Fuente: revistañ


Se han encontrado en Israel textos desconocidos de Franz Kafka. Lo lamentable, es que el Estado judío pretende conservar en su territorio dichos textos, lo cuales habrían pertenecido a su amigo y editor Max Brod. Según declaró el director del Archivo Nacional israelí, Jehoshua Freundlich. Entre los documentos hallados se encontraría el manuscrito de Preparativos para una boda en el campo. La nota lo explica:
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"Pondré todo mi empeño para que ningún material que tenga que ver con Kafka salga de nuestro país", dijo el funcionario en declaraciones al periódico local "Haaretz". En el legado de Max Brod estaría entre otros el manuscrito de "Preparativos para una boda en el campo".Antes de su muerte en 1924, Kafka le pidió a Max Brod quemar todas sus obras. Pero Brod, en cambio, optó por publicarlas, e hizo famoso al escritor checo. En 1939, el escritor y editor judío tuvo que huir de Praga tras la ocupación nazi y viajó a Israel junto con su mujer, que murió poco después.En su equipaje tenía las obras de su amigo. Tras la muerte de Brod en 1968, su legado, con muchos textos de su amigo, pasó a su ex secretaria Esther Hoffe.
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Y durante cuarenta años, según informa el diario israelí Haaretz, la antigua secretaria del albacea de Kafka Max Brod, la insobornable Ilse Esther Hoffe, custodiaba en un apartamento de Tel Aviv, Israel, una serie de documentos -que incluye manuscritos, corresponencia, dibujos, postales, objetos personales- de Franz Kafka. Ahora que la señora ha fallecido a los 101 años , ¿quién se quedará con el tesoro?
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La historia de ese precioso legado comienza en 1924, cuando Kafka muere de tuberculosis en Viena a los 41 años. Su amigo Max Brod, también checo y judío, se hace cargo de su legado, que incluye varios manuscritos inéditos. Kafka le encargó que quemara sus obras tras su muerte, pero Brod ha pasado a la historia por haber desobedecido providencialmente la orden de su amigo. No sólo no destruyó los textos sino que los editó y los publicó. Las obras consiguieron pronto la fama internacional póstuma para Kafka.La invasión nazi de Checoslovaquia obligó a Brod a huir de su país. Empaquetó las pertenencias de su amigo en una maleta y escapó hacia Jaffa (actual Tel Aviv), en lo que actualmente es Israel, donde se estableció en 1939. Allí cedió parte del material que poseía a algunos archivos oficiales, entre ellos los manuscritos de La metamorfosis, El castillo y América, pero retuvo buena parte de diverso material personal de Kafka. Viudo y sin descendencia, Brod mantuvo relaciones con varias mujeres, entre ellas su secretaria, Esther Hoffe, a quien legó sus pertenencias al morir, en 1968, a los 84 años. (...)En 1974, Hoffe fue detenida en el aeropuerto internacional Ben Gurión cuando intentaba salir del país con algunas cartas de Kafka y su diario de viaje. Se la acusó de ser sospechosa de infringir la Ley de Archivos, que prohibe sacar de Israel material de archivo valioso antes de que la administración lo haya registrado y copiado. Tras el incidente, Hoffe accedió a que se catalogaran todos los documentos y objetos de su colección privada. Aun así los técnicos del departamento de archivos aseguraron que la anciana seguía ocultando el material más valioso y que incluso se llevó parte de él al extranjero ilegalmente.Pero la mayor preocupación ahora es que los documentos puedan haberse deteriorado tras décadas en pésimas condiciones de conservación. Las autoridades de Tel Aviv ya han advertido de que los papeles, con un alto contenido en ácido sulfúrico, no hayan tolerado las condiciones de humedad del apartamento de Hoffe en el centro de la ciudad. A lo que se añade el estropicio que pueden haber causado las docenas de perros y gatos que mantenía la anciana en el apartamento hasta hace dos años, cuando una inspección de sanidad tuvo que intervenir después de que los vecinos denunciaran el mal olor del domicilio, según señala The Guardian."Es un tesoro oculto que el mundo civilizado estaría encantado de descubrir", ha declarado a Haaretz el profesor Zohar Maor, que enseña historia en la Universidad Bar-Ilan. "Su valor es incalculable".

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