31 diciembre, 2009

Los E-books en la década que viene y en la que se va

Despido la primera década del siglo XXI con un artículo que no me ayuda mucho a liberarme de mis recientes tormentos acerca de: ¿Qué hacer con nuestra biblioteca a la hora de tener que viajar por un tiempo indeterminado?
Los que puedan cargar con todos sus libros lo harán sin chistar. Sin embargo, esta posibilidad es muy remota. Un libro en vez de unos zapatos no siempre es una buena idea. La solución menos dolorosa sería dejarselos a alguien -en calidad de préstamo indefinido-, pero corremos el riesgo de que aquella persona no los cuide tanto como lo hacíamos nosotros. Y así, cuando se dé nuestro esperado reencuentro, al tomar uno de los ejemplares, nos sorprenderemos al ver cómo las polillas u otro insecto ha hecho un festín de cada hoja. En suma, la separación espaciada de nuestros libros será dolorosa desde donde la miremos. La selección para llevarnos algunos será acaso sangrienta. Lo mismo ocurrirá al regalar los restantes. Nunca -eso sí- venderlos. La luz al final del túnel sobre esta -cada vez más frecuente- problemática la han dado los "e-books". Sin embargo, los expertos predicen un futuro efímero a los "e-books" en su forma actual. Por ahora permiten cargar con libros sin sobrepeso y no extrañar -tanto- nuestras páginas desgastadas. Con la biblioteca a cuestas:
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La primera imagen social de un e-book se produce en el metro de Nueva York. Una mujer sostiene entre sus manos una pantalla. Gracias a una de esas miradas de soslayo, el curioso certifica que en esa superficie no aparecen los habituales monigotes de los videojuegos. No. "Es cómodo", explica. "Este simple objeto me permite cargar con libros y documentos". Esa visión, que luego se repetirá en sucesivos días, hace que el reader se convierta en un objeto de interés. Cuando alguien ha tenido que hacer una mudanza y ha dejado allá su biblioteca, esa pieza electrónica, que abulta incluso menos que cualquier ejemplar de bolsillo, aparece como la solución contra la nostalgia de algunas lecturas o de datos para la elaboración de un artículo. Es una manera de mudarse con la biblioteca a cuestas, sin cargar nada y sin tasas por el sobrepeso. De forma reiterada, los medios neoyorquinos van ofreciendo informaciones sobre el mercado que se ha creado a partir de este objeto, en el que también se pueden leer las ediciones de los principales diarios de Estados Unidos. Se habla de la guerra de precios entre compañías, liderada por Amazon, que dejan el coste on line de los principales superventas - Sarah Palin o Dan Brown-en la mitad de lo que se paga en una librería. O más. Así que la decisión de hacerse con uno toma cuerpo. Entonces llega el momento de decidirse. El bombardeo publicitario de Barnes and Noble sobre la aparición de su "moderno" Nook hace que el interesado se encamine a uno de estos establecimientos. Además, la compra es real y no virtual como sucede con otros. En el interior de B& N han montado espacios para la comercialización de la novedad. Cuando el curioso pregunta cuándo puede tener uno, el empleado le responde "ahora mismo". De acuerdo, para qué esperar más. "Perdone - añade el dependiente-,me refería a bajar uno de los ejemplares al aparato, pero usted ya ha de tener el Nook. Si aún no lo ha comprado, le pongo en la lista de espera. Hasta mediados de enero no hay disponibles". La conversación, mantenida hace un par de semanas, denota la "fiebre" que en determinados sectores despierta esta pizarra electrónica. El interesado, ahora indeciso, llama a un amigo, otro periodista, un experto en la materia, para que le aconseje. "No te lo compres, espera, para febrero se anuncia el iTablet de Apple". - ¿Cómo? - Los e-books no son más que lectores de documentos. El iTablet será un pequeño ordenador que te permitirá bajar libros, pero también enviar y recibir emails. ¿Para qué quieres un iPod si tienes un iPhone? El colega, ante la zozobra causada, cambia su discurso. "Si tanto te gusta leer... No se puede estar siempre esperando la novedad". Y aconseja el Sony. "Es el mejor, aunque necesitas un orde nador para bajar los libros". En Kindle o en el Nook, no. El precio del Sony se mueve en la misma franja. Una vez en marcha, el funcionamiento no resulta complejo, aunque el manual de instrucciones no destaca por su minuciosidad y detalles. Una vez que el libro se ha bajado del portátil y se ha transferido al reader,un proceso de segundos, la operatividad resulta convincente. La primera experiencia - la lectura de un volumen para hacer una entrevista-aporta elementos de comodidad. En el papel, hay que volver atrás para ver los pasajes subrayados, dar con la página o tomar notas. Este aparato facilita de manera grata esta tarea. Se gana tiempo y calidad. Subrayar y copiar párrafos se hace al instante y es fácil de consultar. Sin embargo, no resulta nada difícil imaginar el efímero destino de estos aparatos, su incipiente obsolescencia en la novedad. Como había dicho el colega periodista, se hace más que evidente que, en breve, habrá portátiles que aportarán la biblioteca, como un elemento más de su núcleo. Los e-book se convertirán en piezas del museo de las prisas tecnológicas y la impaciencia de los compradores. Pero, como en tantas ocasiones, esta es otra historia.